22 de Diciembre de 2016 | De: Shailen Singh
Categorías: Apoyo para la familia
El otro día mi hijo tuvo un "Desayuno con Papá" en su escuela. Naturalmente, fui con él porque quería ver su nueva escuela y conocer a algunos de sus maestros.
Mientras que la mayoría de los papás y los niños se mantuvieron en la fila para desayunar, yo navegué su silla de ruedas alrededor de la cafetería, encontré un espacio tranquilo y me senté para comenzar a darle el desayuno. Me di cuenta de que realmente estaba disfrutando de tenerme allí y fue divertido para mí ver cuántos niños y maestros lo conocían.
Sin embargo, fue extraño ver cuántas personas nos miraban.
Ya sea miradas u ojos de curiosidad o confusión, sentí que como que todo mundo nos miraba ¡No era algo malo, simplemente eran muchos ojos en nosotros!
Cuando terminé el desayuno, empecé a limpiar la cara de mi hijo y lo acompañé a su salón de clases. Lo dejé, le di un abrazo y regresé a mi auto.
Me preguntaba si así sería la vida de mi hijo todo el tiempo.
¿Cómo se siente al tener todos esos ojos en él?
Pero me detuve. Lo que me di cuenta es que me sentía abrumado porque no estaba acostumbrado a las miradas. No son parte de mi vida cotidiana, pero sí para mi hijo. Está acostumbrado a que la gente lo mire. En ese momento, mientras estaba un poco desprevenido y nervioso, mi hijo era el pilar de fortaleza que yo necesitaba.
La lección más grande y clara que he aprendido y apreciado es que mi hijo está infinitamente más preparado para navegar por este mundo que yo. Mientras parte de mí todavía está tratando de normalizar su discapacidad, él la ha internalizado y se ha convertido en parte de quien es, -pero es apenas una parte.
Él es un chico alegre y guapo que, entre otras cosas tiene discapacidad. Pero no es algo que él note, -incluso cuando la gente lo mira. La gente que lo mira fijamente es simplemente una parte de su día. Él felizmente los ignora y continúa con su vida.
Ese fue un momento lleno de luz para mí: Mi hijo tiene la fuerza interior para adaptarse, ignorar las miradas y no dejar que su discapacidad lo defina.
Tiene su vida bien abordada. Quizás debería reconocer eso y obtener mi fuerza de él.
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Trabajar desde casa permite centrarse en las prioridades. Primero, soy cuidador y, segundo, soy todo lo demás.
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¿Quién fue el que dijo: “nada permanece, excepto el cambio”? Ojalá que esa persona pudiera decirnos cómo manejar los cambios a quienes no nos gustan los cambios, ni siquiera los que son buenos.
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