Es conmovedor ver a tus otros hijos ser los amigos, maestros, protectores, entrenadores y compañeros de tu hijo con discapacidad o necesidades especiales de salud. Sin embargo, conforme pasan los años, — u hoy mismo — quizás empieces a notar que la frustración, ansiedad y los celos de los hermanos aumentan. Esto ocurre comúnmente entre hermanos. Pero en este caso es importante que los padres estén pendientes de los retos que enfrentan los hermanos de los niños con una discapacidad o necesidad de salud especial.
La niñez de nuestros hijos es complicada porque enfrentan muchos retos. Ya sea que temen ver hacer el ridículo a su hermana si invitan a sus amigos a la casa, o porque añoran poder jugar fútbol con su hermano, en fin. Enfrentan situaciones diferentes y complejas que sus amigos no tienen y ellos sí, debido a que su hermano tiene discapacidad o necesidades especiales de salud. Sin embargo tienen una vida que les da más satisfacción.
Algunos hermanos sienten que estas circunstancias les permiten comprender la diferencia con otras personas, a tener mayor tolerancia de la diversidad y a siempre querer ayudar al prójimo. Sin embargo, a otros hermanos les es difícil sentir esta conexión y luchan al tener que enfrentar estas circunstancias diferentes.
Conforme los hijos crecen se vuelven más conscientes del mundo que los rodea, de cómo se ven a sí mismos y cómo el mundo los ve. Quizás empiecen a notar que la gente se le queda viendo a su hermano o se pregunten qué piensan sus amigos. Tal vez se enojen y empiecen a sentir que su hermano con discapacidad o necesidades especiales de salud es una carga. Los padres, sin embargo, deben de establecer una vida familiar en el hogar que se base en el amor, la honestidad y la aceptación de otros.
Habrán momentos en los que un hijo requiera más atención que otro hijo, pero los padres pueden mantener un balance y apoyar a todos por igual:
Una de las maneras de lograr mayor comunicación entre los miembros de la familia es hacer reuniones en las que puedan platicar sobre deberes y actividades diarias. Al reunir a la familia todos pueden compartir opiniones, ayudar a resolver problemas y recibir apoyo. Éstas pueden ser sobre cosas básicas como los deberes en el hogar o el horario de televisión que seguirán o sobre temas serios como los celos o la ira.
“Mi hermano y yo somos cómo dos líneas paralelas dibujadas en un mismo plano. Los dos somos autistas, pero tenemos un tipo de autismo diferente. Así que yo puedo ver y entender el mundo desde algunos de sus puntos de vista. No nos hablamos y no jugamos juntos, no hacemos casi nada juntos. Pero cuando me ve, sonríe. Yo hago lo mismo, y eso es realmente lo único que importa para nosotros”.
“Todas las personas tratarán a mi hermano como que es alguien fuera de los común - lo cuidarán, le darán reglas a seguir, le enseñarán cosas que otros niños de la misma edad ya saben hacer – pero tu representas lo que es común y normal. Tú y tu hermano pueden jugar y reír juntos. Si te quitan lo que tienes te vas a enojar, pero si alguien molesta a tu hermano vas a defenderlo. Tu hermano no necesita otro padre o maestro en su vida; simplemente esta bien ser el hermano o hermana”.
Tú te esmeras por hacer de este mundo, un mundo que acepte a todos por igual y celebre las diferencias. No olvides incluir a tus hijos y darles a entender que también los valoras y celebras que sean tus hijos. Recuerda que nosotros los padres somos quienes determinaremos cómo conllevamos la discapacidad o necesidad especial de salud de nuestros hijos y como ellos a su vez la perciben y sienten.
“Cuando mi hija que no tiene una discapacidad me preguntó si su hermana algún día mejoraría, comenzó a llorar. La escuche desahogarse y al final me preguntó, ¿Mamá, ella sabe?”
- Suzanne
“Tratamos de hacer alguna actividad con mi hijo que no tiene una discapacidad cada semana. A veces me siento aislada porque mi marido sale con él y yo me tengo que quedar en la casa”.
- Julie