12 de Febrero de 2018 | De: Jennifer Jordan
Categorías: Apoyo para la familia, La educación y las escuelas
Mi hijo mayor está en 5to año. Cada año a los niños de quinto se los llevan a un viaje a un lugar llamado Camp Jolt en Lake Texoma. Wade usa silla de ruedas. También usa una computadora para hablar. No puede usar sus brazos muy bien, así que necesita ayuda con todas las actividades.
Wade está en inclusión total en su escuela, lo que quiere decir que iría al viaje. Yo pensé que era muy importante que fuera. Él quería ir y estar con sus amigos. Pero un viaje donde pasaría la noche en un bosque es todo un reto, especialmente si usas silla de ruedas. Así que, ¿qué es lo que hicimos para que este viaje fuera exitoso y seguro para todos?
Primero hablé a Camp Jolt con el encargado de los instructores. Le expliqué mi situación. Expliqué las necesidades de mi hijo. También le explique que quería que mi hijo estuviera involucrado en las actividades. No quería que solo fuera a estar sentado en una esquina.
El instructor me aseguró que no habría ningún problema. Me dio varias opciones para organizar las instalaciones donde pasaría la noche. También hablamos de cómo se transportaría en los paseos en el bosque. Me dijo que tenían un “vehículo todo terreno” en el cual podían transportar a Wade, sentado en la parte trasera con cinturón de seguridad. Además de que también tenía espacio suficiente para llevar su silla de ruedas.
La maestra de ciencias también habló con el instructor de Camp Jolt. Los dos compartieron ideas de las actividades que serían mejores tanto para Wade como para el resto de la clase. El instructor principal asignó a uno de los guías con más experiencia para que se encargara del grupo de Wade.
Después tuve una junta con el director, el asistente del director, el maestro de educación especial y con un amigo mío. Nos aseguramos que todos estuviéramos en la misma página y que tuviéramos las mismas expectativas. Discutimos todas nuestras preocupaciones.
Decidimos que yo tenía que ir al viaje para llevar acabo la rutina de las noches. También pensé que sería muy importante para Wade el quedarse en la misma cabaña que sus compañeros. Había una cabaña que tenía dos cuartos para chaperones. Wade y yo nos quedamos en uno de los cuartos y dos chaperones en el otro. El resto de los niños se quedaron en un cuarto con literas. Todo funciono a la perfección. Wade tuvo la oportunidad de convivir con ellos durante las horas de descanso.
También nos aseguramos de que la escuela nos brindara un camión accesible para la silla de ruedas para que Wade tuviera la oportunidad de viajar con sus compañeros.
Finalmente, yo me fui por separado en mi camioneta. Si pasaba cualquier cosa, yo podría transportar a Wade en su silla.
La comunicación con todos los involucrados hizo que el viaje fuera todo un éxito. ¡Nos divertimos tanto! Todos los niños y adultos ayudaron a Wade. Le encantó subirse al carro de todo terreno y recorrer el bosque. Creo que será un viaje que recordará por mucho tiempo.
Mandar a tu hijo a un campamento requiere mucha planeación, seguridad y diversión.
Trabajar desde casa permite centrarse en las prioridades. Primero, soy cuidador y, segundo, soy todo lo demás.
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Incluso aunque haya pasado mucho tiempo, es importante que los cuidadores empiecen a cuidarse a sí mismos. Ponerme al corriente con mi atención médica y hacer cosas solo para mí me ha hecho sentirme más feliz y saludable.
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¿Quién fue el que dijo: “nada permanece, excepto el cambio”? Ojalá que esa persona pudiera decirnos cómo manejar los cambios a quienes no nos gustan los cambios, ni siquiera los que son buenos.
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