15 de Julio de 2022 | De: Marty Barnes
Hace muchos años, cuando dependíamos de las enfermeras a domicilio para ayudar a mi hija, no había muchas enfermeras en el sector. Sin embargo, la mayoría de las personas podían recibir gran parte de sus horas de cuidados personales a domicilio permitidas. Hoy en día, trabajo con niños con problemas de salud, y muchos son enviados a casa desde el hospital con poca o ninguna ayuda de enfermería en casa.
Mi madre ha estado muy enferma, y mi marido y yo fuimos a Houston para estar a su lado mientras retirábamos los cuidados. Pensábamos que se iba a ir muy rápido. Después de 24 horas seguía debilitándose, pero no rápidamente. Decidimos pedirle al centro para pacientes terminales que nos ayudara a trasladarla del hospital a su casa.
El centro para pacientes terminales pudo conseguir todo el equipo que necesitaba, incluyendo una cama, oxígeno, medicamentos, etc., los cuales fueron entregados en su casa en unas horas. Luego prepararon el transporte médico para llevarla a casa sana y salva.
De repente, me encontré con el mismo problema al que se enfrentan mis pacientes a diario. No había enfermeras disponibles para ir a la casa. Las enfermeras del centro para pacientes terminales hacían visitas al hogar, pero no había enfermeras privadas disponibles para quedarse con mi madre.
El centro para pacientes terminales nos informó de la escasez de enfermeras antes de traerla a casa. Sabía que mi madre quería estar en casa y que, si estaba en casa, el resto de la familia podría visitarla sin las estrictas restricciones del COVID-19 en el hospital. Sabía que podría ver al perro por el que había estado preguntando durante las semanas anteriores.
Llevarla a casa era lo correcto. Sin embargo, sabía que tan pronto como lo hiciéramos, la única persona que no encontraría el hogar mejor acondicionado o más organizado iba a ser yo. Soy enfermera y he presenciado varias veces la etapa final de la vida. Sabía que una vez que saliéramos del hospital, la mayor parte de los cuidados de mi madre recaerían sobre mí.
Acepté asumir ese papel adicional. Y sabía que era lo que ella querría. Esperábamos que falleciera horas después de que le retiráramos los cuidados. Así que, al llegar a casa, sabíamos que serían algunos días como máximo, pero no semanas.
No pude evitar pensar en mis pacientes y sus familias mientras el agotamiento se apoderaba de mí. Llevan a sus hijos a casa sabiendo que no hay ninguna promesa de ayuda a corto plazo. El agotamiento que les sobreviene se queda con ellos. Posiblemente durante años.
Pienso mantener esta experiencia fresca en mi mente y ser sensible a lo que mis pacientes están pasando. Espero que esta última semana me sirva para ser mejor enfermera.
Si buscas apoyo y recursos, visita Cómo ayudar a tu hijo con necesidades médicas a largo plazo.