17 de Agosto de 2016 | De: Leslie Curtis
Es algo que podría asegurar que muchos padres que tienen niños con autismo han lidiado en algún momento, pero difícilmente son valientes como para hablar de ello. Mi teoría es que hay que reír para no llorar. Espero que esta historia te recuerde que no estás solo, que estamos todos juntos en esto, -incluso cuando las cosas se ponen difíciles y fuera de control.
Así que la palabra oficial con “P” de este artículo es, adivinaste... popó.
Hay ciertas cosas que como padre te acostumbras como pipí, mocos, sangre y popó. A medida que tu hijo crece, esperas que lo haga sin todo esto; sin embargo, si tienes un niño con autismo, es muy probable que aun no controle esfínteres.
Durante nuestra travesía con el autismo, he limpiado mi cuota de popó, especialmente después de 14 años. Por suerte, vienen por etapas y lo ha hecho más fácil para mi esposo y para mí. Las fases han sido de pañales con popó, jugar con popó, o tal vez el "Quiero quitarme la popó y la embarraré en la alfombra y la pared."
Nuestro incidente más reciente fue cómico y no lo compartiría si yo no supiera que hará reír a algunas personas, y reconocer que no están solos lidiando con estas luchas diarias.
Comenzó con una voz viniendo del pasillo, "Mamá, me hice popó." Ahora que mi marido está utilizando una máquina para la apnea del sueño (CPAP), tiene suerte de no escuchar las llamadas de "Me hice popó", por lo que estoy a cargo durante la noche.
He visto bastante durante 14 años con mi hijo y 23 años en el campo médico, pero nunca había experimentado algo tan interesante. A medida que me tambaleaba al baño, me encontré a mi querido hijo con popó en las paredes, en el piso, en el inodoro, el lavamanos- EN TODAS PARTES.
Mi primer pensamiento fue "¿Por dónde comienzo?"
Rápidamente lo limpié y lo puse en la ducha mientras limpiaba el lugar. Estaba restregando todo con blanqueador pero olvidé comenzar con el suelo. Aquí es donde la historia comienza a ponerse cómica.
Enrollé la parte baja del pantalón de mi pijama y comencé a deslizarse en la popó del suelo. Era la única manera que evitaría resbalarme. Con mi hijo en la ducha, abrí camino para sacarlo y llevarlo a la cama rápidamente.
Logré limpiar la pared, el inodoro, y un área del piso. Lo saqué de la ducha, le puse ropa limpia y lo acosté. Después de eso, procedí a poner blanqueador en el piso y luego me acosté en la cama de huéspedes. Estaba agotada.
Mi esposo despierta por la mañana para tomar una ducha y pregunta por qué estoy en la habitación de huéspedes. Yo amablemente le informo que había sido una larga noche. Tan pronto como terminó su ducha, regresó y dijo: "Dios tenga misericordia. ¿Qué rayos pasó? Hay popó en el techo y en el espejo del baño."
Comienzo a reír histéricamente, pensando en cómo estaba tan preocupada con limpiar de mi pobre hijo, los pisos y las paredes, nunca pensé en mirar el techo o el espejo del baño.
Moraleja de esta historia: A veces, sólo hay que reírse. Reír puede ser la curación y ayudar a restaurar la perspectiva.
Tienes que reír cuando te estás deslizando en la popó del baño. Tienes que reírte de la física pura de un niño lanzando popó con sus manos e ingeniándoselas para poner popó en el techo y la parte superior del espejo del baño
Sólo tienes que reír. Después de todo, todo el mundo hace popó.