27 de Septiembre de 2017 | De: Sharon Brown
Categorías: Apoyo para la familia
Crecí a finales del 1960 y principios de los años 70, mis padres eran de la generación que no discutían las diferencias o discapacidades. Cualquier tipo de asunto familiar era mantenido en la familia inmediata. Simplemente no hablabas de “esas cosas”.
Recuerdo pocas ocasiones cuando de niña, notaba alguien usando una silla de ruedas. Le preguntaba a mi mamá acerca de ello y ella me respondía, “¡calla y no mires!” Por supuesto que no intentaba ser grosera; simplemente era curiosa sobre esta otra forma de movilidad.
40 años más tarde podrías pensar que hoy en día no tendríamos esos problemas. Las personas no tienen miedo de hablar de estas cosas y la aceptación está siendo enseñada en todas las escuelas. Los medios de comunicación presentan personas reales que tienen discapacidades y tenemos incluso un lenguaje políticamente correcto que nombra a las personas primero y luego su discapacidad. Como madre de una niña con parálisis cerebral y que utiliza una silla de ruedas, puedo decirte de primera mano que las cosas no han cambiado tanto.
Mi familia adora salir a comer. Cenar en un restaurante es una de nuestras salidas favoritas. Mi familia está compuesta por cinco personas: mi esposo, mis tres hijos y yo. Nuestra hija tiene una discapacidad visible y usa una silla de ruedas para moverse. Algunas veces, no siempre, las personas nos miran, se quedan boquiabiertos y dicen cosas inapropiadas. Experimentar este comportamiento hacia tu hijo puede ser muy difícil para muchas personas y ellos pueden reaccionar con coraje o tristeza. A pesar que esto era lo que originalmente quería hacer, luché contra mis emociones y decidí tomar estas oportunidades incomodas y convertirlas en momentos de enseñanza.
Podrías preguntarle al adulto que está mirando si tiene alguna pregunta acerca de tu hija y su discapacidad. Algunas veces la simple pregunta hará que la persona deje de mirar y continúe. Algunas veces la persona esta genuinamente interesada y hará preguntas. En ese momento es cuando puedes educarlos con respecto a las discapacidades en general.
Si hablar acerca de ello te resulta difícil o incomodo, puedes preparar algunas tarjetas que expliquen la discapacidad y lo que se siente al ser mirado fijamente. Cuando la gente se queda mirando o está siendo grosera, le puedes entregar una tarjeta. Siempre habrá una persona que no comprenda y el darle la tarjeta puede ser hiriente, pero siento que es parte de mi trabajo proteger a mi hija, educar y defenderla siempre que pueda.
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