February 18, 2018 | De: Leslie Curtis
Categorías: Apoyo para la familia, La educación y las escuelas
Este año, nuestro hijo de 15 años iba a pasar de la escuela secundaria a la preparatoria. Y como cualquier cambio, esto trae consigo muchos retos. Estábamos tan seguros de haber elaborado bien este nuevo año escolar para nuestro hijo. Fuimos y visitamos la escuela, caminamos por los pasillos, caminamos alrededor del patio y vimos la cafetería. Todo lo que te puedas imaginar lo revisamos con la esperanza de familiarizar a nuestro hijo con su nueva escuela. No solo lo hicimos una vez, sino que lo hicimos varias veces.
Durante el verano, pasábamos por su escuela nueva y hablamos de los Mighty Bulldogs, la mascota de la escuela. Hablamos acerca de los colores de la escuela, morado y dorado. Hablamos sobre cómo la persona favorita de nuestro hijo en todo el mundo, su hermano Zac, había ido a esta escuela y le encantó. Compramos una camiseta de la escuela que él usó durante el verano. Hablamos sobre cómo combinaba perfectamente con su mochila morada.
Realmente pensé que habíamos hecho todo lo posible. Tal vez lo hicimos, pero nunca hubiéramos podido decirlo.
Mientras nos dirigíamos a su primer día de escuela, debería haber sabido que algo lo confundía cuando repetía el nombre de la escuela del año anterior. Estacioné el auto para salir y lo llevé a su edificio. Comenzó a gritar: "¡No!", No solo estaba gritando, sino que también se negaba a moverse.
Gracias a Dios mi esposo estaba conmigo. Ambos encontramos una manera de llevarlo adentro. Mi hijo se tiró en una silla y luego al piso. El siguió gritando. Mi esposo intentó levantarlo, pero luego se cayó también. Estaba llorando.
Gracias a Dios, dos maestros llegaron y al instante tomaron el control de la situación. Pudieron llevar a mi hijo a su salón de clases y se sentó en una mesa.
Más tarde esa mañana, mi hijo estaba bien. Lloré todo el día. Mi esposo estvo preocupado todo el día. Pero mi hijo estaba bien. Él se ajustó, sin importar qué tan aterrador debió haber sido. No importa cuánto tratemos de prepararnos, era algo nuevo y diferente.
Después de un terrible comienzo para ese primer día, estoy contenta de decir que las cosas van mucho mejor. ¡Mi hijo está muy emocionado de usar su camisa dorada de Bulldog! El cambiar de escuela presenta un reto para la mayoría de los niños, pero puede ser especialmente difícil para niños con discapacidad.
La transición entre escuelas ofrece ideas que pueden ayudar a su hijo.
Cambiar de rutina y probar cosas nuevas puede resultar difícil para cualquier persona. Pero puede serlo aún más para las personas con discapacidades cognitivas y del desarrollo.
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