10 de Junio de 2015 | De: Una mamá
Este sitio esta en forma de proyecto y el contenido en español pronto será completado. Gracias por visitar y por favor regresa el 30 de junio para mirar las actualizaciones.
“Todo aquel que luche contra monstruos, ha de procurar de que al hacerlo no se convierta en otro monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”.
– Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y el mal
Esta cita de Nietzsche se ha convertido en lo que soy. Cuando miras al abismo, el abismo también te mira y te muestra quién eres. Y sabes, tal vez te sorprenda que en medio de los monstruos aún puedes encontrar tu propio heroísmo y la bondad de otros. No olvides esto, sobre todo cuando tu hijo está pasando por una crisis.
Nuestro abismo se abrió hace algunos años cuando nuestra hija adolescente, ella tan bella, inteligente y graciosa tuvo una crisis. Estaba en preparatoria y fue justo al final de las vacaciones de Navidad. Los otros jóvenes estaban con sus familias y B estaba muy triste. Así que tratamos de hacer que hablara con nosotros, pero no quiso, sólo se encerró en su concha. Realmente no entendíamos lo que estaba pasando, siempre se emocionaba por el regreso a clases y tenía un grupo grande de amigos simpáticos y divertidos. No nos dimos cuenta que estaba enferma y que no era tristeza sino hasta que cometió un delito.
No fue sino hasta después de varios meses que nos dieron su diagnóstico, bipolar con síntomas atípicos. Pero para ese entonces, B ya estaba en el sistema judicial juvenil. Eso fue realmente devastador para nosotros. Nunca habíamos tenido a un hijo que se hubiera metido en problemas, y nunca (bueno, que supiéramos) a un hijo que sufriera alucinaciones o el terror de tener una mente que no funcionaba como debe. No conocíamos ningún abogado y no entendíamos el sistema. La detuvieron y se la llevaron, simplemente no teníamos idea qué hacer. Estaba detenida y ni siquiera había hablado con un abogado, no la habían interrogado.
Tuvimos que empezar de cero, buscar abogado, preparar su caso y pelear para que la dejaran en libertad. Estaba encarcelada en un centro de detención y su estado estaba empeorando muy rápido, cayó en un episodio completo de psicosis. Las autoridades pensaban que eran episodios de “mala conducta” y la castigaban. Trató de suicidarse 22 veces. En una de esas se cortó y uso su sangre para escribir en las paredes de su celda, su estado de humor cambiaba extremadamente, tenía altas y bajas. Y llego al punto que la estaban sobre medicando tanto que no podía ni hablar. Mi esposo y yo miramos hacia el abismo y descubrimos que, como padres, teníamos voz. Que nuestras voces podían ser efectivas y útiles, y por eso queremos decirles a todos aquellos padres en crisis, que ellos pueden ayudar a sus hijos de varias maneras.
No teman mirar al abismo. Les sorprenderá cuánta fuerza tienen.