30 de Junio de 2018 | De: DeAnna Medart
Categorías: Apoyo para la familia
Cuando tienes un hijo con una enfermedad mental tienes citas con terapeutas, doctores y personal de la escuela. Se tienen que encontrar diagnósticos, hay que tratar medicamentos (y dejar de usarlos). Hay que llevar un registro constante de comportamientos. Hay días de paredes maltratadas, cuerpos lastimados, corazones heridos y familias estropeadas.
Los peores días para mí son aquellos en los que tengo que encontrar un hogar temporal para proteger a mi hijo cuando está en crisis, así como al resto de la familia. Esos días son muy largos y parece imposible sobrepasarlos.
Las visitas a esos lugares en los que tienen a nuestros hijos en esos momentos que nosotros no podemos tenerlos en casa. Ese sentimiento que solo tú has sentido, saliendo del edificio una vez más sin tu hijo. Cuando tienes un hijo con una enfermedad mental, no solo el niño carga con el estigma si no también la familia, especialmente los padres.
Somos cuestionados una y otra vez. Porque tiene que haber una razón. Seguramente somos la razón del terrible comportamiento de nuestros hijos. Algunas veces, hay investigaciones de CPS aun cuando todos, incluyendo el investigador, pueden darse cuenta que estás haciendo todo lo que puedes para sobrepasar esta difícil situación.
Cuando tienes un niño con una enfermedad mental experimentas soledad. Pasas tus días tratando de lidiar con la situación. Pasas noches enteras en internet. Investigas y lees. Tratas de poner tu vida en orden otra vez. Solo si pudieras encontrarlo, ya sea un diagnóstico, un doctor, una teoría, una llave mágica, una solución.
Si tienes suerte puede ser que encuentres apoyo, para ti, para el padre. Texas Parent to Parent es una mina de oro, es una organización llena de aceptación y guía. Ahí encuentras a “nuestra gente” la gente que nos entiende.
Encuentras a otras mamás que ya pasaron por eso. Mamás que ya saben lo que pasará. Encuentras a un padre que también ha tenido que dejar a su hijo en las manos de un profesional, confiando ciegamente en que ayudará a tu hijo. Encuentras a otras personas orando las cuales te ayudan a sobrellevar un día más. Encuentras a otras familias que han pasado por esto y han sobrevivido. Escuchas lo que les funcionó y lo que no a otros niños que se encuentran en una situación similar a la tuya.
Te das cuenta que no eres la única. Que tú no tienes la culpa. Estas esforzándote al máximo y hay alguien que lo sabe. Porque esa persona también se está esforzando. Encuentras compasión, consuelo y risas (a chistes que sólo los que han tenido esta experiencia pueden compartir). Un apoyo que te hace sentir mejor, aunque existan las lágrimas que son inevitables. Porque son lagrimas que son compartidas y no derramadas en la soledad. Se te regresa todo lo que tú das todos los días.
Una de las palabras más poderosas que uno puede escuchar es “yo también”.
“Tengo un hijo con una enfermedad mental. ¿Cómo, tú también? Vamos a hablar.”
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