June 25, 2019 | De: Anonymous
Categorías: Apoyo para la familia
La adopción hace familias. Y las familias son importantes. Muchas de las personas que conozco me han dicho lo buena persona que soy por adoptar a mi hija. “Que suerte tiene de tenerte,” lo he escuchado una y otra vez. Yo creo que nosotros somos los suertudos por tenerla.
A mí me adoptaron cuando era bebé, también a mi hermano. Soy adoptada y he adoptado. Y estoy muy orgullosa de esto.
Pero la adopción también tiene un lado del que raramente se habla: El trauma. Es el tema del que todos se hacen de la vista gorda. La verdad es que la adopción puede ser traumática. Hay diferentes tipos de trauma que pueden ser experimentados por algunos o por todos los que están involucrados en el proceso de adopción. Los más afectados son la familia biológica (especialmente la mamá, el niño adoptado y la familia adoptiva).
Voy a tocar el tema desde el punto de vista del adoptado. Tengo la experiencia de primera mano. Claro que la adopción es algo maravilloso. Tengo una familia a la que amo con todo el corazón. Como resultado de eso y como adulto me doy cuenta de la suerte que tengo. Para mí ha sido un camino muy largo.
El trauma de la adopción me duele hasta los huesos. Experimenté la pérdida de mis padres al nacer. Siento que supe esto por instinto y cargué con esa pena toda mi niñez. Después se complicó más cuando mis padres adoptivos me explicaron las cosas. Me lo explicaron lo mejor que pudieron. Siempre trataron de hacerme sentir especial porque me querían demasiado. Desafortunadamente lo tuvieron que hacer mientras yo lidiaba con la pena y baja autoestima debido a la pérdida de mis primeros padres.
En aquel entonces yo tenía 13 años. De por sí ya tenía demasiadas cosas con las cuales lidiar pues era una jovencita. Manejar la situación de ser adoptada era sumarle a mi vida que ya estaba llena de diferentes emociones. En ocasiones parecía que estaba pasando una pena profunda. Pero como era tan joven no entendía el luto de la forma que lo hago ahora que soy adulto.
Algunos días eran más difíciles que otros. Uno de los más difíciles fue cuando nación mi primer hijo. Como madre, ahora entiendo lo doloroso que sería si tuviera que romper el precioso lazo que formamos antes de nacer. Pero también había mucha felicidad. ¡Por primera vez, vi a alguien con quien compartía mi ADN!
Mi cumpleaños también es algo difícil. Es el día en el que la conexión con mi familia biológica fue rota por la adopción. Hay otras ocasiones especiales que también son muy difíciles. Como cuando me casé con mi esposo. Aun cuando tuve al mejor padre para llevarme al altar y una mamá que radiaba orgullo por verme en ese día maravilloso, aun así, pensaba en mi familia biológica. Es muy difícil lidiar con todas las preguntas que te haces.
Yo animo a todos los que han sido parte de una adopción a que busquen ayuda para que puedan manejar los momentos traumáticos. En ocasiones la terapia es buena. También existen muchos grupos de apoyo para padres biológicos, hijos adoptados (niños y adultos) y padres adoptivos. Pasar por este luto con compañeros puede ayudarte mucho.
Es importante que la sociedad se dé cuenta del trauma que en muchas ocasiones viene con la adopción. Tenemos que entender que el niño ha experimentado una perdida. El luto se tiene que sentir, experimentar y reconocer.
Esta página acerca de cómo reconocer los efector del trauma en niños te puede ayudar.
Mi hijo ha asistido a un programa de terapia de tiempo completo durante los últimos dos años, así que no ha estado dentro de nuestro distrito escolar. Este otoño volverá a la escuela, y voy a ser honesta: esto me pone muy nerviosa.
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