La mejor experiencia en un restaurante

Conozco a varios niños y adultos jóvenes con discapacidad los cuales tienen muchos amigos, juegan deportes y pasatiempos. Usualmente están todo el tiempo ocupados en la comunidad. No importa lo que estén haciendo quieren pertenecer a un grupo.

Mi hijo no es así. Hemos tratado muchos grupos y pasatiempos durante años. A mi hijo no le gusto ninguno. Podría ser uno de esos padres que fuerza a su hijo a que participe, pero ese no es mi estilo.

Cuando tu hijo no tiene un grupo de amigos o actividades, los padres deben averiguar qué es lo que disfrutan hacer y aprovecharse de esto. Me gustaría que mi hijo disfrutara algo que no envolviera la televisión, la computadora o su sistema de juegos. Puede ser que esto pase algún día, pero por ahora disfruta el cine y los restaurantes.

Siempre estamos buscando restaurantes nuevos o tratamos de visitar lugares a los cuales no hemos ido en mucho tiempo.  Este fue el caso hace unos días. Fuimos a un restaurante el cual tiene varias locaciones y ha existido por más de 50 años. Solo habíamos ido ahí una sola vez, y cuando lo recordé mi hijo se puso muy contento con la idea de volver a ir. El único amigo que tiene ocasionalmente nos acompaña, pero esta vez no fue así.

¿Entonces que hizo tan especial al restaurante en esta ocasión? La mesera. Hizo toda la diferencia del mundo. Mi hijo es un adulto joven y es responsable de ordenar su propia comida. Trata mucho de sonar amable, pero en ocasiones puede parecer que está siendo grosero y que está gritando. Nunca es su intención hacer esto. Hemos hablado del tema en muchas ocasiones. Esa es la forma en la que habla cuando este ordenando comida.

La comida es muy importante para él y se emociona mucho. La mesera se portó maravillosamente. Inmediatamente notó que mi hijo se sentía ansioso al estar ordenando. Fue paciente y le contesto todas sus preguntas, se portó muy amable. Esto no siempre pasa. En ocasiones la gente se nos queda viendo. Eso es algo muy incómodo. Pero no en esta ocasión. Hizo que nuestra salida a comer fuera muy agradable para los dos.

Para la mayoría de las personas no significa mucho, pero para nosotros es demasiado importante. La mesera hasta nos bromeó con nosotros y mi hijo estaba muy contento. Ella era joven y más o menos de la edad de mi hijo. Me di cuenta que su trabajo no es entender a mi hijo y su discapacidad. Pero cuando un extraño se porta tan amable y hace todo lo posible por conectar con nosotros, el sentimiento es maravilloso.

Le dije al supervisor lo amable que se portó y le dejamos una buena propina. Espero que le haya alegrado el día, así como nos lo alegró a nosotros.

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