17 de Agosto de 2016 | De: Beth Coke
Categorías: Apoyo para la familia
Dicen que cuando estas embarazada, sentirás una conexión especial con tu bebé y te enamorarás de él. Esto no ocurre con todas las mujeres, y nos hacen sentir un poco menos maternal por eso. Pero, ¿qué ocurre si no creas ese vínculo aun después de haber nacido tu bebé?
Tengo 6 hijos. Siempre he desarrollado ese sentimiento maternal después que mis hijos han nacido. Es decir, con todos menos con mi segundo hijo varón.
Era mi tercer embarazo y resulta que estaba esperando gemelos. Todo iba bien hasta la semana 28 cuando fuimos al ultra sonido de rutina y nos enteramos que mi gemelo A, nuestra pequeña niña, había sufrido un accidente cerebro vascular.
El resto del embarazo fue una mezcla de emociones y oraciones. A las 36 semanas, llegó el momento esperado y los bebés nacieron. Mi pequeña hija fue NICU, (por sus siglas en inglés) y su hermano fue a los cuneros. Cuando llegó el momento de irme a casa, mi hija se quedó en NICU por unos cuantos meses mientras que mi hijo fue a casa enseguida.
Creo que el tener que cuidar de él mantuvo mi cordura. Era un bebé muy fácil de cuidar. Muy tranquilo y feliz de entretenerse solo. Él no quería ser cargado todo el tiempo y de hecho, prefería quedarse en solo en su silla de arrullar.
Cuando fue diagnosticado con autismo a los 3 años, pensé que eso explicaba la falta de apego. Pero en casi 12 años de edad, todavía no estoy segura de haber establecido un vínculo emocional.
No me malinterpreten, lo amo y siento la necesidad de protegerlo, pero no hay ninguna conexión entre él y yo.
Como madre mentora por más de 10 años, he encontrado que esto es una culpa común en muchas de las personas que he asesorados. Muchos de los padres que he ayudado, admiten una falta de conexión con su niño con necesidades especiales de salud y el deseo de no tener esta vida, lo que les hace sentirse avergonzados por tener estos sentimientos.
Siento las mismas cosas de muchas maneras, pero me niego a ocultarlas. Estos son mis sentimientos y es algo que muchos otros padres sienten. Si todos pudiéramos ser honestos acerca de nuestros hijos y nuestras emociones, tal vez podamos encontrar una manera de superarlo. Pero ocultar y negar la realidad no ayudará a nadie.
La honestidad, una red de apoyo comprensiva y estar en contacto con otros padres de niños con discapacidad te da la tranquilidad que el tener esas emociones no te convierte en una persona horrible, un mal padre o con carencia de alguna porción de humanidad, puede ayudarnos a todos a manejar las luchas diarias de tener mejores vidas para nuestros hijos y nuestras familias. Recuerda que no estás solo.
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