July 12, 2022 | De: Becky Tarwater
Categorías: Apoyo para la familia
Cuando empezó la pandemia, todo cambió en nuestra vida. Nuestra definición de normalidad se modificó. Mi calendario que usualmente estaba lleno de actividades quedó en blanco. Algunos cambios se dieron para mejor, mientras que otros me forzaron a aprender a profundizar para encontrar formas de afrontar los cambios difíciles. Sobrellevar la situación se convirtió en un objetivo diario.
Yo estaba trabajando como maestra sustituta cuando empezó la pandemia. Trabajé los primeros días de marzo, justo antes de las vacaciones de primavera. No tenía idea de que ese descanso se extendería hasta 2021. Los cambios llegaron para quedarse, desde una semana extra de vacaciones de primavera hasta la cancelación del resto de mis tareas para ese año escolar.
Uno de los primeros cambios que tuve que hacer fue adaptarme a la escasez de productos provocada por la pandemia. Cuando el pan desapareció de los anaqueles, compré levadura para hacer pan en casa. Y luego también empezó a desaparecer la levadura. ¿Qué puede hacer una persona? ¡Ah, sí, hacer pan de masa madre!
Yo fui una de los millones de personas que aprendió a hacer su propia masa madre con un fermento que conseguí en internet. Aprendí a hacer pan, hot cakes, bísquets, galletas saladas y hasta panecillos ingleses. Puedo decir que este fue un cambio que mejoró mi vida.
En mi casa nos negamos a acaparar, así que el hecho de encontrar papel higiénico dio un nuevo significado a la caza y la recolección. Empecé a comprar todo lo que podía en línea, como ropa, regalos de cumpleaños y de Navidad, y casi cualquier otra cosa.
Otro de los cambios fue la forma de estar en contacto con los demás. “Vamos a tomar un café” se convirtió en “Vamos a platicar por Facetime”. Mantenerse conectado requería aprender a hacer reuniones virtuales. Las reuniones familiares por Facetime se convirtieron en una noche mensual de cine clásico con los familiares de California. Esto nos dio una nueva forma de conocer a nuestra familia.
A través de reuniones y conferencias por Zoom, me mantuve conectada con el trabajo. Asistí virtualmente a las reuniones de mi grupo de apoyo y de mis clubs de lectura. Cuando finalmente volví al salón de clases, me conecté con los alumnos desde casa a través de un aula virtual. Incluso tuve citas médicas por Zoom. ¿Hubiera preferido dar clases, ir a reuniones y estar en contacto con los demás en persona? Por supuesto, pero Zoom y Facetime me permitieron comunicarme con los demás de forma segura.
Tuvimos que hacer otros cambios, como las caravanas de cumpleaños, dejar de ir al cine y a otros lugares públicos, y cancelar bodas y graduaciones. A medida que vamos recuperando la sensación de normalidad, podemos considerar los dos últimos años como experiencias de aprendizaje.
Aprendí a adaptarme a las circunstancias, a ser una buena compañía conmigo misma y a que al quedarme en casa me puedo dar el regalo del tiempo. ¿Tú qué aprendiste?
La pandemia de COVID-19 nos dio tiempo para conectar con otros padres y compartir ideas para ayudarnos en estos tiempos difíciles.
La vida nunca te preparará para otra cosa que no sea la idea del hijo perfecto.
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