6 de Mayo de 2018 | De: Cindi Paschall
Categorías: Apoyo para la familia, Transición a la edad adulta
Todos los días tomamos decisiones en nuestras vidas. Tenemos la opción de decidir si queremos o no hacer algo. Podemos escoger si queremos participar en una actividad. Podemos decidir si queremos tomar un riesgo o no. Desafortunadamente esto no les sucede a las personas que tienen una discapacidad.
Yo solía dar clases de educación especial. Al principio pensaba que mi trabajo era proteger a mis estudiantes. Mantenerlos seguros. Era mi trabajo decirles lo que podían y no podían hacer. Por suerte no me tomó mucho tiempo darme cuenta que aun cuando estos niños tenían discapacidad intelectual, podían tomar sus propias decisiones.
Ellos merecen tener el derecho de tomar sus propias decisiones. Sí, claro que tenían que seguir ciertas reglas. Algunas veces existían riesgos de seguridad los cuales se tenían que tomar en cuenta. Pero la mayoría de las veces ayudar a los estudiantes a que tomaran sus propias decisiones los empoderó.
Cuando nació mi hijo, prometí siempre protegerlo. Es mi trabajo como madre mantenerlo seguro. Cuando supimos que tenía daño cerebral, mi necesidad de protegerlo se hizo todavía más fuerte.
A medida que pasaron los años, aprendí que tenía que darle alas propias para que volara. Necesitaba dejarlo que tomara decisiones. Tenía que dejar que se bajara de la banqueta en su silla si era lo que quería. Tenía que dejarlo decidir si se quería lanzar de un tobogán. Necesitaba dejarlo que decidiera si quería tomarse la foto con Santa Claus. Tenía que dejarlo que aprendiera a rodarse sin mi ayuda.
Tenía que permitirle que batallara. Tenía que dejar que triunfara solo. Pero todavía más importante, tenía que permitirle que fallara. Muchas veces aprendemos de nuestros errores. Necesitaba aprender que probablemente bajarse por la banqueta no era muy buena idea.
Brindándole el derecho a escoger lo ayudó a construir su propia determinación. Poder tomar decisiones aun cuando fracases es tener la dignidad de arriesgarse. Hay tanta dignidad en tomar riesgos, al igual que al tomar tus propias decisiones. Todos merecen vivir una vida con dignidad.
Como padres y como los cuidadores de nuestro hijo, es muy difícil permitir dejar que nuestros seres queridos hagan cosas que creemos que los pueden dañar. Algunas veces las decisiones que toman no son las que nosotros tomaríamos. Tenemos que permitirles que cometan errores para que crezcan, aprendan y experimenten lo que es la vida como todos los demás.
Tener determinación propia te fortalece y desarrollas confianza en ti mismo. Existe una línea muy fina entre dejar que nuestros seres queridos tomen sus propias decisiones y también mantenerlos seguros. Necesitamos encontrar el balance. Necesitamos impulsarlos para que tengan determinación propia y la dignidad de tomar riesgos. Es algo que todos los seres humanos merecen.
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