15 de Febrero de 2018 | De: Marty Barnes
Categorías: Apoyo para la familia
Nadie quiere pensar en el final de la vida. Especialmente si hablamos de nuestros hijos. Hay muchas decisiones que se tienen que hacer: cremación o entierro, iglesia o casa funeraria, quien va a hablar, que música se va a escuchar, que tipo de flores, crematorio, urna, cajón. Y la lista sigue y sigue.
Con Casey, nosotros hicimos nuestra propia versión de pre-planeación. Hablamos mucho durante la vida de Casey acerca de lo que ella quería. Hablamos de nuestros últimos deseos no solo para ella sino también para nosotros.
No nos metimos en tanto detalle; no escogimos la casa funeraria ni las flores. Sólo sabíamos que queríamos que fuera cremada. Decidimos que el resto de los detalles los manejaríamos a medida que las cosas pasaran.
Casey falleció en marzo del 2016. Nos dijeron que no sobreviviría ni un solo día, mucho menos un año. El hecho de que estuvo con nosotros casi 10 años fue un regalo. Saber que cada día podía ser el último nos ayudaba a hacer que cada día contara al máximo.
Cuando Casey murió, apenas podíamos funcionar.
Tomar una decisión tan grande como cremar o tener un entierro hubiera sido algo que en esos momentos no lo hubiéramos podido manejar. Nos sentimos muy tranquilos de que ya lo habíamos decidido. Todo lo que teníamos que hacer fue encargarnos de pequeños detalles y todo quedo en su lugar.
Conozco familias que han decidido enterrar a sus niños y otras que han preferido la cremación. Esta es una decisión personal que cada familia debe de tomar por sí misma. Algunas familias tienen creencias religiosas muy fuertes que son las que determinan su decisión.
Hubo varios factores importantes los cuales nos ayudaron a tomar esta decisión. Somos jóvenes y existe una posibilidad de que nos cambiemos a otra ciudad o estado. Nunca me sentí cómoda con la idea de enterrar aquí a Casey y después mudarnos. Toda nuestra familia siempre había sido enterrada así que tuvimos que prepararlos un poco antes de los servicios.
Otra de las cosas que nos pesaba era su cuerpo.
Había sucedido tanto durante 10 años. En innumerables ocasiones recibió piquetes y heridas para un procedimiento medico u otro. Al final exponerla otra vez a todo esto sería demasiado para nosotros. Queríamos que estuviera tranquila y la dejaran en paz. Pudimos mandar su peluche favorito, cobija y almohada para que fueran cremados junto con su cuerpo.
Cuando salimos fuera de casa podemos llevar su urna con nosotros si así lo queremos o necesitamos.
También hay muchas ventajas de tener un entierro. Como madre te recomiendo que pienses acerca de lo que tiene más sentido para ti y tu familia.
Saber que puedes llegar a sobrevivir a tu hijo es algo difícil y algo que ninguno de nosotros quiere pensar. Es bueno tener una idea con anticipación de lo que quieres. Te prometo que si llega ese momento, entre menos decisiones mayores tengas que hacer, será mucho mejor.
Trabajar desde casa permite centrarse en las prioridades. Primero, soy cuidador y, segundo, soy todo lo demás.
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Incluso aunque haya pasado mucho tiempo, es importante que los cuidadores empiecen a cuidarse a sí mismos. Ponerme al corriente con mi atención médica y hacer cosas solo para mí me ha hecho sentirme más feliz y saludable.
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¿Quién fue el que dijo: “nada permanece, excepto el cambio”? Ojalá que esa persona pudiera decirnos cómo manejar los cambios a quienes no nos gustan los cambios, ni siquiera los que son buenos.
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