22 de Junio de 2022 | De: Marty Barnes
Categorías: Apoyo para la familia
Durante 10 años, tuve la fortuna de poder quedarme en casa con mi hija Casey. Durante ese tiempo aprendí muchísimo. Antes de eso, nunca quise dedicarme a una profesión médica, pero tuve que aprender algunas cosas para darle a mi hija los cuidados que necesitaba. Tuve que aprender constantemente cosas nuevas para atender mejor a mi hija.
Después de que Casey falleció, consideré volver a trabajar en mi antigua profesión, en tecnología, pero ya no era lo que yo quería hacer. Quería seguir en contacto con las increíbles familias que conocí a través de mi hija y de alguna manera encontrar una forma de ayudar.
Decidí volver a la universidad a estudiar enfermería. Quiero compartir algunas de mis experiencias con todos los padres que hayan tenido esta misma idea y que estén leyendo esto, para ayudarles a tomar una decisión informada.
Primero, ¡estudiar enfermería no es fácil! Es una carrera difícil, competitiva y que exige dedicarle mucho tiempo. Elijan muy bien la escuela de enfermería. Las mejores escuelas también son académicamente exigentes y más competitivas. Decidí inscribirme en el programa que era asequible y era calificado, año tras año, como el mejor. No es de extrañar que estos dos factores hicieran mucho más competitiva la admisión.
El primer año de vuelta a la universidad fue pesado. Hacía 20 años que había dejado de ser estudiante. Me tomó algo de práctica ajustar mi cerebro al modo de estudio y de coordinación de tareas y exámenes. Hay una gran cantidad de prerrequisitos de ciencias que deben ser completados antes de que puedas siquiera aplicar para el programa de enfermería. Debido a la naturaleza exigente del estudio, muchos estudiantes de enfermería no logran pasar este primer año.
Una vez superados los prerrequisitos, tienes que pasar otra prueba y luego aplicar al programa de enfermería. Cuando me aceptaron en el programa, estaba muy emocionada por empezar a tomar las clases. Cada semestre está diseñado para incluir el trabajo de clase, trabajo de laboratorio y las clínicas. No sabes qué materias clínicas te van a asignar hasta justo antes de que empiece el semestre.
Ser madre de un niño con necesidades médicas complejas tiene algunas ventajas. De entrada, sabes mucho más que el estudiante promedio. Este conocimiento también puede suponer un reto. Hay técnicas que se enseñan y que deben realizarse de una manera muy particular. Como padres, quizás ya sepamos cómo realizar esas técnicas en la forma en que se hacen en el mundo real, pero eso aquí no cuenta. Debes hacerlas de la forma en que tus instructores te enseñen.
Esta parte fue difícil para mí al inicio. Tuve que aprender a separar mis experiencias pasadas y cómo debía hacerlas según el programa. Por otro lado, tuve algunas ventajas en la capacitación clínica. Sabía cómo hablar con los pacientes y sus familias. Ya había visto tantos ejemplos buenos y malos de atención médica como paciente, que me sentí muy cómoda interactuando con los pacientes. A muchos de mis compañeros les costó mucho esta parte.
También tuve mis dificultades. Algunos pacientes estaban pasando por situaciones muy similares a la de mi familia. Tuve que aprender a separarme de su experiencia y solo estar ahí para el paciente.
Tener una historia y una razón por la que quería ser enfermera me ayudó a conseguir becas para pagar los estudios. Asimismo, mis experiencias de la vida real, unas buenas calificaciones y conocer a mucha gente en el campo de la medicina me ayudaron mucho a conseguir el trabajo que quería al salir de la escuela.
Si esto es algo que estás considerando hacer, creo que es una de las mejores decisiones que yo he tomado. Prepárate para trabajar duro y saber que no será fácil, pero si puedes ser padre de un niño con necesidades médicas complejas, puedes ser un enfermero extraordinario.
Marty ha compartido muchas historias de su experiencia con su hija Casey. Puedes leerlas aquí.
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