6 de Diciembre de 2016 | De: Marty Barnes
Categorías: Apoyo para la familia
Muchos de nosotros imaginamos el momento en que vamos a convertirnos en madre. Nos imaginamos el momento del parto y correr al hospital. Imaginamos a nuestro compañero a lado mientras pujamos y gritamos en cada contracción -y con el momento en que el médico nos entrega a nuestro bebé por primera vez.
Nos enamoramos tan profundamente que nos duele el corazón. Imaginamos el alimentarlos, bañarlos, los pañales sucios, desvelarnos y madrugar.
Yo imaginé todas esas cosas.
Cuando me enteré que estaba embarazada en el 2005, estaba más feliz que nunca. Pasé todo el embarazo pensando en los maravillosos momentos que mi esposo y yo tendríamos con nuestro bebé. Anhelaba esos primeros meses y anticipé todas esas cosas que mi bebé haría por primera vez: primera palabra, primeros pasos, primer día de escuela, matrimonio, incluso nietos. Tuve un embarazo saludable y no tenía ninguna razón para pensar que algo saldría mal.
Sin embargo, a las 36.5 semanas, fui trasladada al hospital y tuve una cesárea de emergencia.
Una ruptura en el útero nos llevó a un parto muy complicado y puso a nuestra hija en una crisis médica. No estaba preparada para las consecuencias que vendrían con ese suceso. Fui lanzada a un mundo de términos médicos, procedimientos y pruebas. El personal de NICU nos dijo que nuestra hija no sobreviviría la noche. Esa noche se convirtió en una semana, luego en un mes, etc.
Todos los días, nos dijeron que nos preparáramos para lo peor.
Después del difícil parto, yo también estaba en la Unidad de Cuidado Intensivo (ICU, por sus siglas inglés) y vigilada de cerca. Pero mi esposo y yo pasábamos todo el tiempo que podíamos con Casey en NICU. Regresábamos a mi habitación entre los cambios de turno cuando cerraban el NICU. Durante el cambio de turno comíamos algo y tratábamos de procesar todo lo que nos habían dicho.
Al tercer día me trasladaron de ICU al área de post-parto. Nos dieron la habitación más cercana a NICU. Recuerdo estar tan feliz por nuestra nueva habitación. NICU estaba en un piso diferente y ahora nuestra dulce niña se encontraba al otro lado del pasillo.
Mi alegría no duró mucho. Después de un par de días mi médico me dijo que no había ninguna razón médica para que me mantuvieran en el hospital por más tiempo. Tuve que ser dada de alta.
Estaba tan consumida por las necesidades de mi hija y sobreviviendo el día a día, que la idea de ser dada de alta nunca me pasaba por la cabeza. Ahora, de repente, me estaban enviando a casa. Sentí como el mundo entero se derrumbó encima de mí.
Pasamos el mayor tiempo posible con Casey antes de empacar. La enfermera entró con mis papeles de alta y una silla de ruedas.
Lo que ocurrió a continuación fue algo que nunca olvidaré y espero que haya cambiado o vaya a cambiar en los hospitales.
Me llevaron a la acera y me dejaron en mi silla de ruedas para esperar a que mi esposo llegara con el auto. Dejar el hospital sin mi bebé fue devastador, pero luego quedarme fuera rodeada por todas las otras madres que también estaban siendo dadas de alta fue demasiado para mí.
Las otras madres iban a casa con sus bebés. Miré como una tras otra abrochó a su bebé en el asiento de automóvil y luego la mamá subió al asiento trasero junto al bebé y se fueron muy sonrientes. ¿Por qué ellos obtuvieron el cuento de hadas y yo no? ¿Por qué mi bebé estaba arriba luchando por su vida y ellos pueden continuar como si nada hubiera cambiado? Mi mundo entero jamás será el mismo y ellos están felices y libres de preocupaciones (tal como yo imaginaba que sería).
Comencé a llorar mientras miraba a mamá tras mamá salir con su bebé. Me golpeó duro, sin embargo, "realmente es un día feliz para ellos." No tienen idea de lo que estoy pasando, o lo que es más importante, lo que mi bebé está atravesando. Si la situación se invirtiera, no me gustaría ver a alguien llorando en mi día feliz.
Me costó todo lo que tenía, pero me tragué mi dolor e hice mi mejor esfuerzo para resistir y no arruinar su momento. Sin embargo, tan pronto como estuve en mi auto, no pude retenerlo más. Las lágrimas corrían por mi cara mientras sollozaba todo el camino a casa.
Muchos hospitales han comenzado a dar de alta a las mamás de la NICU en diferentes momentos o a través de diferentes puertas. Realmente espero que más hospitales hagan este cambio. Es muy difícil dejar a tu bebé cuando te mandan a casa. Cualquier cosa que se pueda hacer para mejorar este terrible proceso es un paso en la dirección correcta.
Eventualmente, trajimos a Casey a casa y el dolor de dejarla fue reemplazado por la alegría de tenerla en casa. Pero el dolor de dejarla ese día estará conmigo para siempre.
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