5 de Octubre de 2018 | De: Becky Tarwater
Categorías: Apoyo para la familia
Primero viene el cuestionamiento, luego el miedo.
Un diagnostico puede traer más miedo e incertidumbre. Después buscamos respuestas. ¿Hay alguna cura? ¿Cómo puedo ayudar a mi hijo? ¿Cómo busco la forma de mejorar la vida de mi hijo?
Estas preguntas y más, son las que me motivaron para iniciar mi viaje como defensora de mis hijos. Ahora después de muchos años en este camino, después de preocupaciones y éxitos, creo que es tiempo de hacerme a un lado y pasara la antorcha de defensora a mis hijos.
Convertirte en defensora de tus hijos es algo natural para los padres. Vemos un problema y queremos arreglarlo. Para mi hijo mayor, que no habla ni camina, era necesario que yo fuera su voz, así como su héroe.
Hubo muchas batallas que pelear.
Por ejemplo, insistir que los demás lo miren y vean lo maravilloso e inteligente niño que es y no las limitaciones físicas que tiene. Peleamos para quedarnos con el antes de que su adopción fuera final. Peleamos por los tratamientos correctos, la escuela y por la inclusión con sus compañeros.
Nuestra hija requería que abogáramos por sus necesidades de salud. Como fue prematura necesitó cirugías y terapias de intervención temprana. Batallaba con el aprendizaje dado a que tenía problemas de atención. Batalló cuando su hermano murió. Empezó a tener ansiedad y depresión.
Puesto que tenía la necesidad de sentirse en control, mi abogacía siempre fue en silencio y tras escenario. Se convirtió en una fuerte defensora. Aprendió a expresar lo que necesitaba para tener éxito. Como mamá, yo todavía quería ser la defensora aun sabiendo que ella era capaz y efectiva.
Nuestro niño más pequeño fue diagnosticado con el síndrome de Asperger a muy temprana edad. Defenderlo a él fue muy difícil. Su falta de habilidades de comunicación (aun cuando tiene un vocabulario muy amplio) hacia muy difícil el saber qué era lo que necesitaba. Era muy listo, pero solo le iba bien en algunas clases de la escuela.
No estoy segura de cuantos sistemas tratamos para ayudarlo a que tuviera éxito. Ninguno funcionó. Cuando lo cambiamos a la secundaria a una escuela pública mis habilidades de abogacía salieron a la luz otra vez. Necesitaba mucho más de lo que era obvio a la vista de los demás.
Aun cuando leía a nivel de preparatoria, no podía mantenerse organizado con sus tareas. Batallaba con sus relaciones en la escuela, lo veían como alguien que no pertenecía. Defenderlo se pudo haber convertido o se debió de haber convertido en un trabajo de tiempo completo. Aun a los 21 todavía necesita un defensor que lo guíe en los problemas y le ayudé a conseguir un resultado positivo.
¿Así que cuando terminaremos con la abogacía?
Nuestro hijo mayor falleció y nuestra abogacía terminó. Nuestra hija insistió en convertirse en su propia defensora y hace un excelente trabajo. Aun me tengo que recordar que aunque ya es un adulto capaz, que todavía me necesita como su mamá. Nuestro hijo más pequeño todavía nos necesita para que aboguemos por él y lo guiemos.
No estoy segura cuando terminará esta parte de mi vida, pero mi meta es que mi hijo se convierta en su propio y mejor defensor mientras que continua en este camino.
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