10 de Octubre de 2023 | De: Maureen Benschoter
Categorías: Apoyo para la familia
Mi camioneta adaptada para silla de ruedas se descompuso a la hora pico de tráfico en Austin. Para los que no conocen el tráfico de Austin, esa situación es un desastre. Además, venía conmigo mi hijo en su silla de ruedas; el desastre se convirtió en emergencia. Después de llamar al 911, pronto llegaron los socorristas. Me ayudaron a sacar la camioneta de la autopista y a llevarla a un lugar seguro. No tenía idea de que nos íbamos a quedar atrapados ahí por seis horas hasta encontrar un medio de transporte adaptado para silla de ruedas.
Antes de este incidente, no había pensado mucho sobre lo que haría si la camioneta se averiara. Mi hijo es un adulto con necesidades de asiento muy específicas. No se puede sentar en un asiento de coche, ni es posible meterlo a un coche. Tenemos que usar una camioneta adaptada para silla de ruedas.
Mi primera opción en caso de emergencia era una segunda camioneta adaptada para silla de ruedas que tenemos. Es vieja y poco práctica, pero normalmente podemos usarla en algún apuro. Pero no esta vez. Estaba estacionada en el aeropuerto mientras mi esposo estaba en un viaje de negocios.
Tuvimos que recurrir al plan B. Tengo amigos con este tipo de camionetas, pero no pude comunicarme con ninguno de ellos. Tampoco era un buen plan de contingencia. Muchos de estos amigos no pueden dejar a sus hijos con necesidades médicas especiales en casa para ir a rescatarnos, ni pueden traerse a sus hijos con ellos porque solo cabe una silla de ruedas en la camioneta.
Seguimos con el plan C. Sabía que había visto compañías de taxis con camionetas adaptadas para silla de ruedas. Contacté a una de estas compañías por medio de su página web. Después de esperarlo por una hora, llegó el taxista con un carro sedán pequeño. Intentó plegar la silla de ruedas para meterla a la cajuela y meter a mi hijo en el asiento trasero. Imposible.
Mientras se acercaba la noche, mis opciones se fueron agotando. Intenté con un servicio de viajes compartidos, pero no tienen las camionetas que necesitamos. Me desesperé tanto que pensé en volver a llamar al 911 y pedir una ambulancia para que nos recogiera.
Quien llegó finalmente a nuestro rescate fue la maestra de mi hijo. Ella conocía a los dueños de una empresa privada de transporte con sillas de ruedas. Estaban ocupados hasta las 8 p.m. pero se ofrecieron amablemente a ir por nosotros al otro lado de la ciudad después de su último servicio. Llegamos a casa a las 9:30 p.m., seis horas después de que fallara la camioneta.
Aprendí varias lecciones valiosas ese día. Para las personas que usan silla de ruedas, una avería en el coche es tan urgente como quedarse sin electricidad o agua. Ahora tendré varios nombres de empresas de transporte en mis contactos y llamaré para ver quién ofrece transporte urgente de sillas de ruedas fuera del horario laboral antes de que vuelva a fallar mi camioneta. Revisaré y actualizaré mis planes de emergencia al menos una vez al año. Pero lo más importante: entre más planes de contingencia tenga, mejor.
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