2 de Mayo de 2018 | De: Marty Barnes
Categorías: Apoyo para la familia
Una de mis mejores amigas es doctora. Algunas veces platicamos de las tendencias que ella observa en su clínica. Está tratando infecciones estomacales, abuso de drogas, problemas de peso etc.
El otro día estábamos teniendo esta platica acerca de nuestra propia demografía- mamás entre 30 y 50 años- especialmente aquellas que eran amas de casa. Me dijo que lo que más trataba en estas mamás era la depresión.
Me dijo que siempre era la misma historia. Estas mujeres venían y hablaban acerca de sus sentimientos y como sentían que la gente las juzgaba porque sus hijos no hacían lo suficiente o hacían demasiado. Sentían que no hacían lo suficiente y que sus hijos se convirtieran en delincuentes o en adultos que se dejarían pisotear. O que sentían que sus esposos estaban aburridos con ellas y ya no las encontraban atractivas.
Lo que mi amiga dijo enseguida es algo que se me quedó muy grabado porque yo estaba pensando exactamente lo mismo. “Todas esas mujeres vienen a quejarse de las mismas cosas que yo siento.” Todas tenemos estos sentimientos y preocupaciones.
Mi amiga también me dijo que aparte de tener preocupaciones y estrés como cualquier otra mamá, estas mujeres se sentían avergonzadas. Se sentían avergonzadas de sentirse así y por necesitar ayuda médica para superarlo. La vergüenza se suma a los sentimientos negativos y las hace sentirse aún más estresadas y ansiosas.
Pensé mucho en esta conversación. Me di cuenta que esto aplica a todas las mamás y no solo a aquellas que tengan un hijo con discapacidad. Claro está que el motivo por el cual nos estresamos es diferente. Puede ser que las mamás de niños típicos se estresan de que sus hijos sean los últimos elegidos para conformar el equipo deportivo o que su hijo es dominante, o que esté a punto de convertirse en un bully.
El estrés y preocupaciones típicas de una mamá con un niño con discapacidad suena más como “¿Estoy haciendo lo suficiente o estoy haciendo muy poco por mi hijo?” “¿Estará bien? ¿Será capaz de hacer amigos y de encajar en la sociedad?” El punto es que todas nos preocupamos de como criamos a nuestros hijos. No hay que sentir vergüenza por eso.
Creo que si todas hiciéramos un esfuerzo en apoyarnos unas a las otras y admitiéramos que ninguna tiene todas las respuestas, a lo mejor podríamos sentir algún alivio. Todas vamos hacer lo mejor que podamos y está bien necesitar ayuda de vez en cuando –incluyendo ayuda médica- en nuestro camino.
Cuidarte a ti misma es una de las cosas más importantes que puedes hacer por tu familia.
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