20 de Diciembre de 2017 | De: Becky Tarwater
Categorías: Apoyo para la familia
Mi hija, un nuevo maestro y el entrenador de primer año acaban de compartir un incidente provocado por un padre enojado. Incluía amenazas, gritos e intimidación. Ella relató que tenía miedo y que no sabía cómo responder a las demandas de este padre. Me puso a pensar acerca del acoso relacionado con niños y el acoso relacionado con posibles padres acosadores.
K es una joven increíble. Ella es amable, compasiva y siempre piensa en los sentimientos de los demas. Creció siendo una niña de tamaño pequeño y lidió con discapacidades de aprendizaje y el desorden de déficit de atención e hiperactividad (ADHD, por sus siglas en inglés), ella también lidió con acosadores regularmente. Esas experiencias han dejado una huella en ella, haciéndola más desconfiada.
Este es su primer año de K como entrenadora de volibol. Su primera tarea fue hacer las pruebas para elegir a las candidatas idóneas para el equipo de volibol. El equipo debía incluir 12 niñas. Llegaron 16 niñas a realizar la prueba de desempeño. Cuando llegó el momento de descartar 4 niñas, K no lo pudo hacer. Así que decidió rotar el equipo, permitiéndole a todas las niñas jugar, teniendo a cuatro niñas adicionales en cada juego. Pensé que fue una decisión razonable. Les da a todas las niñas la oportunidad de jugar, mientras permite a las jugadoras adicionales un valioso aprendizaje y tiempo de juego.
Ella no contaba con un padre enfadado. Justo antes del primer juego, un padre le dijo que necesitaba hablar con ella. El comenzó a gritarle, diciéndole que su hija había trabajado fuerte para tener que estar sentada durante el juego. Él fue más allá y le dijo que hablaría con la directora si no ponía su hija a jugar. Ella se sintió tan amenazada que cambió las jugadoras. Lo irónico fue que su hija era una de las chicas que habrían sido eliminadas del equipo si K no hubiera decidido rotar al equipo.
Hablamos luego del evento. K continuaba temblando y aterrada. Ella descubrió que la directora de la escuela la respaldaría. Le dije que no podía rendirse ante los acosadores y que estaba orgullosa de ella por intentar incluir todas las niñas en el equipo. Espero que ella tenga más confianza la próxima vez que se encuentre con un acosador, ya sea un estudiante, padre o profesional.
Te estarás preguntando porque estoy escribiendo acerca de una situación de intimidación entre adultos. La experiencia de mi hija me recordó que constantemente necesitamos estar conscientes de la intimidación, ya sea protegiendo a aquellos que necesitan que los defiendan o estando al tanto de cómo manejar situaciones estresantes. ¿Podré detener la intimidación sin convertirme un acosador? ¿Podré ser asertiva cuando manejo situaciones poco placenteras? ¿Podré recordar tratar a esa persona difícil de la forma en que deseo ser tratada?
El acoso escolar no va a desaparecer pronto. Cada uno de nosotros debe permanecer vigilante, cuidando la seguridad de los demás. Cada uno de nosotros debe monitorearse a sí mismo, dominando nuestras emociones, para no convertirnos en acosadores. Cada uno de nosotros debe ser responsable de hacer nuestro mundo un lugar mejor.
Aprende más acerca del acoso escolar en esta sección y ve el video relacionado con este tema.
Trabajar desde casa permite centrarse en las prioridades. Primero, soy cuidador y, segundo, soy todo lo demás.
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Incluso aunque haya pasado mucho tiempo, es importante que los cuidadores empiecen a cuidarse a sí mismos. Ponerme al corriente con mi atención médica y hacer cosas solo para mí me ha hecho sentirme más feliz y saludable.
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¿Quién fue el que dijo: “nada permanece, excepto el cambio”? Ojalá que esa persona pudiera decirnos cómo manejar los cambios a quienes no nos gustan los cambios, ni siquiera los que son buenos.
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