10 de Diciembre de 2017 | De: Melissa Morphis
Categorías: Apoyo para la familia
Mientras estoy sentada escribiendo esto, mi mente va a mil por hora con todas las cosas que necesito acabar. Estuve todo el día haciendo tarea de algebra para mi clase de universidad. ¡Sumas, restas, íntegrales, ecuaciones, Dios mío! Mi cerebro me está gritando que pare y que me dé cuenta que ya casi tengo 40 años de edad.
Desde que era una niña mi meta era asistir a la universidad. Mis planes cambiaron cientos de veces, pero la necesidad y el deseo de asistir nunca cambiaron. En mi último año de preparatoria me embaracé y me casé unos meses antes de la graduación. Puse la idea de la universidad fuera de mi mente, pero nunca fuera de mi corazón.
Paso un año y la oportunidad de regresar a la escuela volvió de nuevo. Me inscribí y asistí un par de semestres y después la vida siguió dándome sorpresas y no pude regresar más. Traté de regresar en varias ocasiones, pero nunca funcionó.
Hace tres años mi esposo empezó a tener convulsiones y le dieron un retiro médico. Sabíamos que no podríamos sobrevivir con el dinero que estaba trayendo a casa. Entonces empecé a buscar un trabajo sin tener suerte. Decidí que iba a regresar a la escuela. Me inscribí y estoy muy orgullosa de decir que en tres cortos meses me voy a graduar de la universidad con una licenciatura.
Ha sido todo un reto y en ocasiones he pensado, “¿qué estoy haciendo?” Soy la persona mas grande en la clase, incluso mayor que el profesor, pero, aun así, no me arrepiento por ni un minuto. Los exámenes, las noches en vela estudiado, trabajando tiempo completo, ser mamá de cuatro niños (uno con discapacidad) y la única persona que maneja en mi casa…y aun así lo volvería hacer otra vez.
Quiero animarte a que sigas tus sueños. En ocasiones, se nos olvida que somos más que un padre de un niño con necesidades especiales de salud. Nos consume toda nuestra vida y empezamos a olvidarnos de nuestros sueños. Nunca es demasiado tarde –y te lo digo siendo la persona más grande en mi clase de algebra.
“La valentía no siempre viene seguida por un rugido, en ocasiones es esa voz bajita al final del día diciéndote “lo trataré otra vez mañana”.
—Mary Anne Radmacher, American autora y artista
Busca más ejemplos de cuidado personal para que tú también puedas seguir tus sueños.
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