August 22, 2016 | De: Kelly Mastin
Categorías: La educación y las escuelas
Mi hija tiene 14. Ella no se comunica oralmente. Tiene dificultad en comprensión lectura y expresión escrita.
Pero ella ama las palabras. Le encanta leer. Le encanta pasar tiempo conmigo.
También ama a los perros. Así que leemos novelas sobre perros juntas.
Ella saca libros de la biblioteca de la escuela. Regularmente cuando tiene clase de lectura, va a la biblioteca y los maestros la ayudan a buscar libros sobre perros. Si su clase no fuera regularmente a la biblioteca, yo la estaría llevando antes o después de la escuela.
He leído las novelas en voz alta. A veces ella se sienta o recuesta a mi lado y sigue los renglones mientras los voy señalando. Otras veces juega con sus animales de peluche y personifica lo que estemos leyendo. Luego insiste en darle la vuelta a las páginas. A veces juega con sus juguetes y parece no estar prestando atención.
Sin embargo, sé que en ocasiones ella puede prestar más atención si sus ojos y cuerpo están haciendo algo que no esté relacionado con lo que estamos leyendo. Para mi es importante recordar que tiene una manera de aprender y escuchar diferente a la mía.
Después de cada capítulo, escribo un resumen de 2-3 oraciones de lo que trata el capítulo. Incluyo el título si los capítulos están nombrados. Los resúmenes de los capítulos se cuelgan en su habitación para que ella los pueda mirar y revisar en cualquier momento que ella desee.
Cada día antes de comenzar a leer, leemos en voz alta los resúmenes de los capítulos como una forma de repasar lo que ha sucedido hasta entonces en la historia. Esto da a mi hija la oportunidad de responder y relacionarse con la lectura. Estos resúmenes y revisiones de los capítulos que ya leímos son una gran manera de repasar los personajes, el ambiente, los conflictos y otros elementos de la lectura. Pero para mi hija, es sencillamente tiempo leyendo juntas.
Al compartir y repasar estos capítulos nos permite terminar novelas juntas y nos ayuda a hacer los informes de libros que tiene que entregar cada seis semanas. El leer los libros con ella me permite ayudarla con las tareas escritas. También ayuda el que hemos leído y releído los resúmenes de los capítulos de modo que mi hija tiene algunos pensamientos, palabras y frases para utilizar al momento de escribir.
Hasta ahora, no hay ninguna señal que alguna vez nos quedemos sin libros de perros para leer juntas. Espero que si alguna vez se nos acaban los libros de perros, pueda encontrar otro tema que le encante. De cualquier manera, vamos a seguir leyendo.
Recomiendo este video, “The Least Dangerous Assumption,” de Cheryl Jorgenson, Ph.D. para aprender más.
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