15 de Octubre de 2017 | De: Kelly Mastin
Categorías: Apoyo para la familia
Una amiga publicó en Facebook esta semana que estuvieron celebrando que su hija de dos años, Leigh, había aprendido a hacer algo nuevo.
Cada noche a la hora de dormir, mi amiga le pregunta a Leigh, quien es sorda y recientemente le implantaron un dispositivo coclear, si está lista para ir a la cama. Luego mi amiga la sube a la cama y le remueve el procesador del dispositivo.
Esta semana cuando mi amiga le preguntó a Leigh si estaba lista para ir a la cama, Leigh por si misma se subió a la cama y removió su procesador. ¡Leigh está comenzando a comprender el lenguaje y a responder apropiadamente! ¡Ciertamente un día para celebrar!
Al día siguiente nevó aquí en Fort Worth. Las personas que viven en el área de Dallas/Fort Worth no ven nieve muy a menudo. Todos estábamos emocionadísimos. Escuché a una amiga decir que sus niños gritaron de la emoción y de la alegría cuando vieron por primera vez los minúsculos copos de nieve. No se acumuló la nieve, pero disfrutamos de una nevada poco común.
Te puedo garantizar que los niños en Chicago no gritarían de la emoción por cada copo de nieve que ven cada día. Ellos tienen mucha nieve cada año y no se hubieran asombrado con los pocos copos de nieve que recibimos.
Las etapas del desarrollo son copos de nieve. Algunos niños acumulan muchas al mismo tiempo y otros tienen que esperar más para descubrirlas.
Los padres que están acostumbrados a que su hijo alcance las etapas de desarrollo a tiempo se emocionan cada vez que los niños hacen algo nuevo y lo celebran. Pero hay muchos eventos pequeños que pasan desapercibidos. Es similar a los niños que viven en Chicago. Puede que ellos amen la nieve cuando cae, pero no se dan cuenta de los pequeños copos de nieve.
Los padres quienes tienen niños con una discapacidad notan cada copo de nieve. No nieva a menudo, pero notamos incluso los copos de nieve más pequeños y silenciosos. Incluso notamos y celebramos las destrezas del desarrollo esperadas en cada etapa aun cuando nadie nota que están ocurriendo. ¡Y gritamos de la emoción!
No es que los niños de Chicago sean mal agradecidos. No es que los niños de Chicago estén mal. Es simplemente que ellos están tan acostumbrados a varios metros de nieve sin derretirse, mientras que los niños de Fort Worth ven las noticias deseando que el pronóstico del tiempo advierta unos cuantos copos. Es una cuestión de perspectiva. Por más que lo intenten, los niños de Chicago puede que nunca entiendan a los niños de Fort Worth.
Pero yo como padre de niños con discapacidades, entiendo completamente a mi amiga. Y con mi amiga, grité de la emoción con las destrezas desarrolladas por Leigh esta semana.
Para información sobre los hitos del desarrollo, visita la sección diagnóstico y cuidado de salud en este sitio web.
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