Dulces 16

En mi familia, la celebración de cumpleaños es muy importante, no importa la edad. Creo que todos sabemos de las tradiciones de los cumpleaños: abrir regalos, pedir deseos, soplar las velas. ¿Pero cuantos, de ustedes padres de niños con discapacidades, tienen las mejores intenciones y a la hora de la fiesta todo les sale mal?

Este año mi hijo cumplió 16 años. Decidí que hiciéramos lo que más le gusta: ir a un hotel. Planeé todo con tiempo y fui y hablé con el gerente del hotel antes del cumpleaños. Le pregunté si habría la oportunidad de que partiéramos el pastel y abriéramos los regalos en el área del lobby pues habría más espacio.  Por suerte todos estuvieron contentos de podernos ayudar.

En los últimos meses ha estado muy interesado en piratas, así que todos nos pusimos sombreros de piratas para hacerlo sentir que estábamos en su mundo. Jac abrió sus regalos, sopló las velas y comió su pastel.  Después nos fuimos a la alberca. Nadó y se divirtió mucho jugando con sus primos y su hermano. Terminamos el día en el cuarto de hotel ordenando pizza (su comida favorita) y viendo películas en su DVD portable, hasta que por fin se durmió.   

No fue hasta el próximo día en la tarde que mi hijo mayor hizo el comentario, que este había sido el mejor cumpleaños de Jac. No hubo ningún berrinche. Estuvo feliz. Sopló sus velas y por unas cuantas horas pareció que no vivíamos alrededor de la discapacidad.  Fuimos como una familia normal de piratas.  Toma mucho trabajo y preparación, pero si se puede lograr.

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