24 de Agosto de 2018 | De: Family to Family Network
Categorías: Apoyo para la familia
Tengo muchos amigos los cuales comen con sus familias regularmente. Empezaron a tener comidas familiares cuando sus niños eran pequeños y han seguido haciendo el tiempo para disfrutar juntos de los alimentos, aun cuando sus hijos ya estén grandes. Se juntan en casa o en restaurantes. Les da tiempo de compartir historias acerca de su día o de lo que está pasando en su vida.
Todos vivimos en mundos tan ocupados. Disfrutar de una comida juntos es una excelente forma de ponernos al corriente con nuestras vidas.
Siempre pensé que mi hijo y yo también compartiríamos estos momentos. Tristemente no sucedió así. Cuando la rutina de tu hijo envuelve terapias semanales, estas suelen ser después de escuela o durante la hora de comida.
Para niños con discapacidades la terapia es muy importante. Pero puede reducir el tiempo familiar. Muy seguido uno de los niños tiene terapia durante la comida así que el otro se está muriendo de hambre. Tu única opción es comer en el camino.
El problema es todavía más grande cuando uno de los niños toma medicamento y no quiere comer hasta las 8:00p.m.
Después está el reto de los que les voy a servir. Tengo dos niños que tienen les causa problemas la forma en la que la comida se ve, huele, se siente o sabe.
Tengo amigos que me han dicho que mi casa no es un restaurant. Mis niños deberían de comer lo que les cocine. Pero no es tan simple. ¿Si tu niño te dice que con solo ver u oler la comida le da asco, como vas hacer que se la coman?
Nunca he forzado a mis hijos a que coman algo que no les gusta. Aunque mi hijo el menor es muy especial con su comida, come muchas frutas y verduras, así que no me quejo. Ahora ya mi hijo mayor come diferentes comidas, usualmente encontramos algo para él donde sea que vayamos.
¿Pero qué tan seguido comemos juntos? No lo suficiente en mi opinión. Me encantaría que compartiéramos una comida al menos una vez a la semana. Mi hijo mayor ya tiene su propia casa y su propio horario así que no pasamos tiempo juntos muy seguido.
¿Debí de haber insistido más para que comiéramos juntos cuando estaban chiquitos? ¿Haría una diferencia? Es difícil de saber lo que hubiera sido. Solo sé que aun cuando estoy contenta por las familias que pasan tiempo de calidad comiendo juntas, desearía que mi familia alguna vez tuviera la misma experiencia.
¿Suena familiar? Enseguida les comparto algunos recursos que les han ayudado a las familias a lidiar mejor con los obstáculos a la hora de la comida:
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