4 de Diciembre de 2017 | De: Jennifer Jordan
Categorías: Apoyo para la familia
Celebrando el cumpleaños de Wade, me pongo a reflexionar en los últimos 4 años. Mientas veo pasar por acontecimientos y emociones, me pongo a pensar en las lecciones que he aprendido.
Al principio de la vida de Wade, estaba llena de motivación y optimismo. El primer año fue el más difícil para mi esposa Jenny y más fácil para mí. Yo estaba enfocado en apoyarla y no tanto en lo que nos deparaba el futuro. Creo que era un estado cómodo de negación. Definitivamente era más fácil para mi ponerlo de lado que lidiar con la situación que estábamos viviendo.
Después la realidad llegó como una tormenta. No te puedo decir que la causó, pero de repente desperté enojado y frustrado con el paquete que Dios quería que yo lidiara. Me encontré en ese momento dándole la espalda a Dios y a Wade. Siempre he sido una persona la cual puede sobrellevar cualquier cosa, pero esta vez se me acabaron las opciones y no tenía a donde correr. No estaba interesado en su vida y perdí toda la motivación para seguir adelante.
Quería escapar de esta situación.
Una noche estaba viendo el programa de Extreme Home Makeover. Ahí estaba la familia típica a la que ayudan las personas de ABC, pero esta vez también estaban enfocados en la gente de la comunidad las cuales se habían prestado para ayudar a la familia. Había un caballero al cual entrevistaron, era dueño de un café en el pueblo en el cual solo empleaba personas con discapacidades. Él tenia parálisis cerebral y le quería mostrar al mundo que las personas con discapacidades también pueden contribuir a la sociedad.
Recuerdo estar viendo este programa y llorar sin parar por la culpa que sentía. Aquí estaba enfrente de mi un hombre que no usaba su discapacidad como una excusa en su vida. Lo usaba más como una herramienta de motivación para ayudar a otros y concientizar, así como animar a la gente a sobrepasar la discapacidad. Que la gente viera lo que podía hacer más que lo que no podía.
En ese momento me di cuenta que lo que estaba atrasando a Wade eran las palabras en mi cabeza diciéndome que nunca haría las cosas que cualquier niño típico podía hacer. Puse una barrera emocional alrededor de él para protegernos de su discapacidad. Si seguía diciendo que nunca podría hacer cierta cosa no dolería tanto cuando no las hiciera, de esta manera ni siquiera teníamos que intentarlo.
Le fallé a Wade al no dejarle demostrar lo que podía o no podía hacer. Yo era el que estaba en su camino. Yo era el que lo estaba atrasando. Era yo el que estaba tratando de protegerlo en lugar de dejar que triunfara en su vida.
Todos fallamos en alguna cosa. Siempre habrá cosas que él no pueda hacer –o hacerlas bien. Pero el cruzarme en su camino no hará más que atrasarlo más.
Lo que más aprendí de esta aventura es el hacerme a un lado. Mantenerme en lugar de estar enfrente de él. Empujarlo para que sea lo mejor que quiera ser en la vida. Esto ya no es negación, ni siquiera optimismo. Es más, la realización de los hechos, siempre van a existir los obstáculos. Pero en lugar de fallar antes de intentar, vamos a aprender a manejar esta montaña rusa que es la vida, pero juntos. Wade triunfará en su vida, siempre y cuando yo me mantenga fuera de su camino.
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