12 de Mayo de 2017 | De: Marty Barnes
Categorías: Apoyo para la familia
En el artículo anterior, escribí que mi hija Casey tenía necesidades complejas médicas. Ella era muy frágil y requería cuidado constante. Los primeros dos años de su vida, mi esposo y yo hacíamos casi todo el trabajo, excepto algunas horas al mes. Esto hizo daño a nuestra relación.
Antes de tener a la enfermera yo era la que cuidaba a Casey en su totalidad. Me quedaba despierta toda la noche porque sabía que mi esposo tenía que trabajar todo el día siguiente por la mañana. Luego tenía que cuidar de Casey en el día porque él se iba a trabajar. Había momentos en que me sentía enojada, y empezaba a resentir a mi esposo. Después me di cuenta que él también se sentía enojado y resentido conmigo. Veía que yo pasaba mucho más tiempo con nuestra niña del que podía. Se estaba perdiendo de mucho y la extrañaba demasiado. Se sentía frustrado cuando me desquitaba con él porque lo que él quería era pasar más tiempo con ella.
A lo largo del camino nos dimos cuenta de algunas cosas que fueron cruciales para mantener nuestra relación sana.
Primero nos teníamos que comunicar. Si necesitaba que el hiciera algo, tenía que hacérselo saber. No había tiempo para juegos o mandar señales. No me podía enojar con él por no poderme leer la mente.
Cuando alguno de los dos se sentía descuidado o que extrañábamos al otro emocionalmente, teníamos que hacérnoslo saber mutuamente. Es muy fácil ocuparse y no darse cuenta de que el otro se está sintiendo solo o poco valorado.
Segundo teníamos que ser un equipo. Cuando enfrentamos decisiones médicas o decisiones importantes, teníamos que estar juntos. Antes de tomar decisiones, teníamos que hablar y estar en la misma página. Si no trabajábamos juntos lo que más lo resentía era el cuidado de mi hija.
Tercero recordar porque nos enamoramos. Esto es muy importante. Cuando estás enojado u ocupado es fácil olvidar los pequeños detalles. Recordaba todas las cosas por las cuales me había enamorado de mi esposo y las cuales todavía eran parte de nuestra relación. Y si alguno de los dos ya no sentía lo mismo, nos recordábamos estas cosas para mantener la llama viva.
El matrimonio es difícil. Pongan esmero y no olviden decirse cuanto significa el uno para el otro.
Si trabajan en equipo para asegurarse que su hijo esté bien cuidado, van a lograr mucho más que si estuvieran trabajando en sentido contrario. Ustedes son el mejor equipo que pudo haber tenido su hijo –háganlo sentirse orgulloso. En donde sea que esté tu esposo o pareja en estos momentos, díganle cuanto lo aman y aprecian todo lo que ellos hacen.
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