27 de Junio de 2019 | De: Anonymous
Categorías: Apoyo para la familia
Tenía la sospecha de que algo no estaba bien. Adopte a este niño a la tierna edad de 7 años. Y mientras que era listo, chistoso y dulce también se enojaba con facilidad y era muy volátil. Podría hacer toda una lista de conductas inadecuadas.
Cuando lo adoptamos nuestra familia aceptó la razón que nos dio la trabajadora social. Tenía sentido. Después de todo se estaba ajustando a su nueva vida sin sus papás biológicos. Claro, y además paso por muchos traumas en su pasado. ¿Quién no estaría enojado?
Aun así, teníamos que hacer algo para ayudar a este niño. Lo adoptamos a él y a sus hermanas. Después de un mes de haber llegado, lo inscribimos en terapia con PlayTherapy. En la evaluación que le hicieron decía “su sistema nervioso necesita tiempo de ordenarse solo”. Nosotros aceptamos eso, así como los consejos de seguir amándolo y poniéndole reglas y límites.
Bueno pues hice eso y más. Terapias y terapeutas nuevos. Hice terapia regresiva en la cual le daba un biberón mientras lo mecía, viéndole sus hermosos ojos verdes, diciéndole que lo amaba y que estaba seguro conmigo. Hicimos terapia de caballo. Todo eso fue maravilloso y cada cosa tenía su razón de ser. Pero seguía preguntándome, “¿creen que debamos ver a un siquiatra?” y escuchaba la misma respuesta, “No, solo los está poniendo a prueba, sigan poniendo limites, sean constantes y mantengan sus expectativas. Estará bien.”
Nadie más que yo parecía estar preocupada cuando vi los dibujos que hizo de nuestra familia estrellándose en la camioneta. O de las lapidas con nuestros nombres. Su maestro jamás nos comentó acerca del dibujo del diablo que trajo a casa. Dijo que era él. Sus comportamientos seguían escalando y afectando a toda la familia.
Empecé a presionar a nuestro doctor familiar para que nos recomendara un siquiatra pediátrico.
En ese tiempo encontrar un proveedor el cual estuviera en la red de nuestro seguro médico fue toda una pesadilla. Pero nos lo propusimos. Para que nos tomaran en cuenta su conducta se tuvo que salir de control al punto que se fue de la casa. Lo llevaron a un hospital y finalmente lo diagnosticaron a los 14 años de edad. Después de 7 años de repetir “necesitamos ayuda” su diagnosticó fue complejo.
Quisiera decir que le dieron una pastilla mágica. Que continuamos en un camino feliz y que nuestro hijo fue curado. Desafortunadamente no fue lo que pasó. Si hubiéramos empezado a darle medicamento para un diagnóstico correcto cuando era pequeño creo que hubiera tenido mejores resultados. Recuerdo lo sola que me sentía en mi computadora por las noches buscándole ayuda. Si lo pudiera hacer otra vez no hubiera parado hasta que viera a un doctor a una edad mucho más temprana.
¿Conocemos a nuestros niños verdad? ¡Somos sus mejores defensores! Escucha tu instinto. Usualmente está bien. Si sospechas que hay algo diferente con tu hijo esta información te será útil.
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