18 de Noviembre de 2017 | De: Marty Barnes
Categorías: Diagnóstico y el cuidado de la salud, Apoyo para la familia
Si eres algo parecido a lo que yo era hace 10 años, cuando escuchas el termino trastorno de estrés postraumático (PTSD), te imaginabas a un soldado regresando de la guerra. Te lo imaginas con pesadillas y episodios de rabia por las experiencias tan traumáticas que pasaron al frente de la batalla.
Hablo mucho con estudiantes de medicina y papás nuevos acerca de mis primeras experiencias con mi hija Casey, sin embargo, no toco ese tema en público. Hubo muchas cosas que pasaron en los primeros años que fui mamá de Casey, los cuales me llevaron a lugares muy obscuros. Una vez que logré salir de ese lugar he tratado de ayudar a otros a encontrar la luz.
He hablado acerca del luto, de los estados de adaptación y cómo esto tiene un impacto en padres de niños con necesidades complejas de salud. (Estaré haciendo otro artículo después, para hablar de eso en detalle).
Hoy voy a hablar de PTSD.
Cuando contaba la historia de Casey, nuestra historia, no podía acabarla sin quebrarme. Cuando le platicaba a la gente de su nacimiento o de la primera vez que la vi y mencionaba detalles, ya fueran buenos o malos, era como si reviviera toda la situación otra vez.
Podía oler el jugo que me traían las enfermeras para hidratarme pues estaba lactando. Podía oler el alcohol que usaban para limpiar todo a mi alrededor. Podía escuchar todas las diferentes alarmas sonando con su propia melodía. Y podía ver el dolor en los ojos de mi esposo. Todo era tan vívido y real.
Mientras contaba la historia una y otra vez, pasaba por todo otra vez. Esto me pasó los primeros años. Algunas veces estaba en el supermercado y algún sonido me hacía recordar lo vivido, igual pasaba cuando algún familiar decía algo. Evitaba lugares y gente que sabía me podían provocar un episodio. No tenía idea de que era lo que me pasaba. Pensaba que solo estaba triste y no lo podía superar.
Un día alguien me dijo que estaba experimentando PTSD. ¿Qué? Yo no soy un soldado, soy una mamá. Después de hablar más con esta persona me di cuenta que en realidad estaba sufriendo de PTSD. Nunca pensé que alguien como yo pudiera terminar con ese diagnóstico.
El trauma es algo muy intimidante y es algo real. El nacimiento de Casey fue muy intenso y el que estuvieran diciendo que no sobreviviría esa noche fue muy traumático. Me di cuenta que no estaba sola y que muchos padres de niños con complicaciones médicas o aquellos cuyos bebés empezaron su vida en el NICU sufrían de PTSD.
Si estás leyendo esto y estás pensando “esa soy yo, eso es lo que me está pasando” quiero que sepas que no estás sola y que puedes superar esto.
Una vez que entendí por qué no podía superar los primeros años de Casey, pude abordar el problema y eventualmente llegar al lugar en donde estoy ahora donde puedo contar nuestra historia sin tener que revivirla.
Algunas personas lo pueden superar sí mismos, pero en algunos casos es necesario acudir a terapia. Si estas batallando mucho para superarlo no tengas pena en pedir ayuda. Existen muchos terapeutas que se especializan en padres de niños con problemas médicos complejos y/o PTSD.
Usa la sección de encuentra servicios, grupos y eventos para encontrar un consejero o alguien que trabaje en el área de PTSD.
Trabajar desde casa permite centrarse en las prioridades. Primero, soy cuidador y, segundo, soy todo lo demás.
Categorías: Apoyo para la familia
Incluso aunque haya pasado mucho tiempo, es importante que los cuidadores empiecen a cuidarse a sí mismos. Ponerme al corriente con mi atención médica y hacer cosas solo para mí me ha hecho sentirme más feliz y saludable.
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¿Quién fue el que dijo: “nada permanece, excepto el cambio”? Ojalá que esa persona pudiera decirnos cómo manejar los cambios a quienes no nos gustan los cambios, ni siquiera los que son buenos.
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