21 de Octubre de 2017 | De: Melissa Morphis
Categorías: Apoyo para la familia
Todavía recuerdo del día que me di cuenta cuan aislada estaba.
Era primavera y decidí llevar a los niños al parque. Tan pronto como llegamos, los niños fueron a jugar. Me senté en un banco y me instalé para vigilar a mis hijos y disfrutar del sol.
A medida que miraba alrededor del parque, vi muchas madres que hablaban y reían, y sentí un poco de envidia. Mi vida se basaba en mis hijos, las citas con los doctores, terapias, estancias en el hospital, y vivir el día a día. Me invadió una ola de soledad y las lágrimas corrían por mis mejillas. Me preguntaba qué había pasado con todos mis amigos y por qué no tenía a alguien con quien reír.
Mentalmente hice una lista de todos mis "supuestos amigos" de los que no sabía nada. Pensé en cómo habían desaparecido todos cuando mi vida se complicó. Me enojé y me permití tener algunos pensamientos hostiles.
Un par de días luego una de mis “amiga” llamó. Fui un tanto grosera y sabía que la estaba hiriendo. Pero no me importó porque ella fue cuando mi vida se tornó difícil.
Afortunadamente, ella me enfrentó y fui sincera con ella en relación a mis sentimientos y heridas. Ella se mantuvo en silencio por unos cuantos minutos y luego me dijo unas palabras que tornaron mi mundo al revés. Me dijo que trató de estar presente para mí, pero que yo la había puesto a un lado a ella y a todos nuestros amigos.
Comencé a hacer un análisis del pasado a aquellos días y semanas.
De hecho, nuestra familia se apartó. Pasamos al modo de supervivencia. Fue como si el mundo se detuviera y tuviéramos que aprender como revivir en otro mundo. En vez de buscar apoyo y ayuda, nos encerramos y nos alejamos de todos. Nos alejamos de nuestros amigos y de nuestra familia inmediata.
Hemos perdido algunos amigos quienes no entendían o se sentían incomodos y no sabían que decir. Pero seguimos resistiendo. Tuvimos amigos maravillosos que escuchaban y entendían lo que había detrás de “estamos bien” cuando realmente nos estábamos ahogando. Nunca se rindieron y se mantuvieron todo el camino con nosotros esperando pacientemente.
Estoy agradecida por los verdaderos amigos que nunca se rinden con nosotros. Aprendí que quiero ser ese tipo de amigo. Quiero escuchar la verdad detrás de las palabras y las emociones reales detrás de las sonrisas falsas. No me quiero rendir con nadie cuando más me necesite. Quiero ser como mi amiga que pacientemente permaneció a nuestro lado incluso cuando no la podía ver.
“Los amigos son aquellas rara personas que nos preguntan cómo estamos y luego esperan para escuchar nuestra respuesta”.
– Ed Cunningham
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