13 de Mayo de 2019 | De: Anonymous
Categorías: Apoyo para la familia
Un berrinche se puede detener. Usualmente dándole a la persona lo que quiere o algo similar.
Sin embargo, en una crisis o un episodio, uno solo puede esperar hasta que se pase. No importa lo que se ofrezca o lo que se dé. Tiene que haber un proceso para que se pase. Es como si el cerebro estuviera buscado reiniciarse otra vez. Y tiene que pasar por todo un proceso antes de que pueda continuar con sus funciones.
Nuestro hijo tiene ADHD, trastorno de déficit de atención con hiperactividad, y está en el espectro del autismo. El resultado es esta necesidad de reiniciar su cerebro ocasionalmente. Hacía mucho que no veíamos una crisis así. Ya empezaba a pensar “puede ser que realmente no tenga nada…”
Una pequeña palabra fue todo lo que tomó para que se encendiera: “no.” Mientras lo veía reaccionar, el seguía repitiendo, “¡pero lo quiero!” Como si fuera yo la que no tuviera lógica. Podía ver que no estaba usando la parte de su cerebro la cual es sensible y acepta límites. En sus ojos podía ver que estaba totalmente desconectado de la realidad.
Fue en ese momento en el que sentí compasión y dejé ir mi frustración y enojo. Me di cuenta que esto era algo que él no podía controlar. El esperar que lo hiciera era algo absurdo de mi parte. Así que, en lugar de continuar, solo enfatice, “lo sé, hijo… lo sé” y le ofrecí un abrazo sin saber si lo aceptaría.
No protesto. Así que lo levanté, con las 55 libras que pesa, y lo puse en mis piernas. Y esperamos así hasta que su cerebro se “reinició”. Después de que pasó todo y fue muy rápido, me dijo, poniendo su cabeza junto a la mía “estoy muy cansado mami, y no puedo hacer que mi cabeza lo entienda.” Esto fue sorprendente.
Me siento bien de haber estado con él en ese momento, en lugar de haberlo mandado a su cuarto o alejarme de este niño asustado el cual solo quería ser escuchado y entendido. En esos momentos no se podía entender ni él mismo. Todo eso no cambió el “no”. Ese era un límite necesario. Pero yo estaba ahí para ayudarlo a procesarlo. Le di el tiempo que necesitaba para dejar que su cerebro se “reiniciara”.
¿Mientras vamos transitando por nuestras vidas ocupadas, ¿cuántas veces nos detenemos para observar la discapacidad de nuestros hijos? Verdaderamente verla y aceptarla. ¿Especialmente las invisibles? ¿Qué tal lo estamos haciendo? ¿Estamos ayudando a nuestro hijo a reiniciarse? Sé que yo soy de esas personas que de vez en cuando necesitan dar un paso atrás y decir, “sí se lo que está pasando, está bien que esté pasando, vamos hacer esto juntos”.
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