Un paso hacia atrás y dos para delante

Mi hijo tiene un andador. Todos los días lo ponemos en él para que practique por un rato. Le permite practicar su caminar y le ayuda a fortalecer sus piernas. Teníamos un pequeño asiento para que se sentara y descansara cuando se cansaba. Pero después de consultarlo, se lo quitamos. No queríamos que dependiera tanto de él.

Lo poníamos en su andador todos los días. Pero la verdad es que sus piernas no son lo suficientemente fuertes para sostener su cuerpo. Lo poníamos y caminábamos detrás de él. Lo bajamos cuando se cansaba y se dejaba caer al suelo. En el transcurso de varios meses, el tiempo que pasaba en el andador era menos y menos. Esto era muy frustrante para nosotros pues no estábamos alcanzando ninguna de las metas que nos habíamos propuesta.

Mi esposa tuvo un momento de claridad, pues es mucho más lista que yo, y se dio cuenta que habíamos hecho mal al removerle el asiento. Lo veíamos como algo en que tendría que depender en lugar de que le ayudara a caminar. Pero al quitárselo ya no pudo caminar en lo absoluto.

Se apoyaba en el asiento cuando estaba cansado. Y él necesitaba eso. Le daba más energía para que caminara de una forma correcta. Lo veíamos como algo malo, algo que le impedía que aprendiera a caminar.

Así que ahora, a mi hijo le encanta su andadera. Camina por toda la casa y explora de una forma que nunca lo había hecho antes. La lección más importante que aprendí es que yo pensaba que el caminar era un asunto independiente. Lo que significaba que mi hijo tenía que caminar sin ninguna ayuda.

Pero dentro de todas las cosas, ¿qué hay de malo si necesita sentarse ocasionalmente en su asiento? Como quiera está caminando y haciendo lo que él quiere. Lo que queríamos para él. ¿Por qué el que camine independientemente es tan importante si al final está logrando la mejor meta que es caminar?

Así que ahora mi hijo explora la casa en su andador. Y al hacerlo está fortaleciendo sus piernas y experimentando el caminar, las dos cosas que queríamos para él. Tuvimos que dar un paso atrás y ponerle el asiento, pero después de todo, no fue retroceder. A lo mucho fue un paso en la dirección correcta para nosotros como padres.

Ahora nos enfocamos en lo que tratamos de lograr a gran escala en lugar de obsesionarnos en los pequeños detalles.

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