8 de Agosto de 2019 | De: Shailen Singh
Categorías: Apoyo para la familia
Mi hijo tiene 6 años. Tenemos una rutina muy sólida. Sabemos quién es, sus necesidades y como ayudarlo.
Raramente hay algo que nos sorprenda. Casi nunca comparamos sus necesidades con las de sus hermanos típicos. Sabemos que todos los niños tienen necesidades únicas. Solo que mi hijo mediano tiene reacciones más intensas. Dentro de todo no hay mucha diferencia.
Pero luego algo sucedió. Podemos ver una comparación directa entre las experiencias que pasamos criando a nuestros hijos. Y vemos el gran abismo de habilidades necesarias para ser buen padre.
El caso es que perdió un diente. Mi hijo mayor de 7 años se le están cayendo los dientes rápidamente. Cada vez que vienen a nuestro cuarto con un diente suelto, es una celebración. Además, nos tenemos que asegurar que tenemos efectivo para poner bajo la almohada. Nunca ha sido un momento de pánico pues él sabe lo que está pasando y no es una sorpresa para nadie.
Esto es completamente diferente cuando le pasa a mi hijo que tiene parálisis cerebral. Un día estaba en su cuarto jugando y cuando entré note que la parte inferior de su boca estaba cubierta en sangre. Naturalmente, me convertí en “rescatista” lo volteé y empecé a checar cada parte de su cara. ¿De dónde viene tanta sangre? ¿Se mordió el labio? ¿Se cortó? ¿Le está saliendo sangre por una razón desconocida?
No entendía que pasaba. Así que lo limpié y me dije, chécalo en 5 minutos. En 5 minutos después, había mas sangre. Lo revisé otra vez, para entonces ya estaba muy molesto. Pero esta vez vi sus dientes y los moví un poco. Eso era, uno de sus dientes estaba suelto y un poco irritado pues había estado mordiendo un juguete.
Sabíamos cuál era el problema, pero era muy difícil comunicarle a mi hijo lo que estaba pasando. Estaba frustrado e incómodo. Dos cosas que son muy difíciles de manejar para un niño con autismo, y con toda la razón. Los dientes se supone que tienen que funcionar. No deberían de moverse ni de sangrar ni de caerse. Simplemente tienen que funcionar.
Y para ser franca no lo culpo. Cuando realmente lo piensas es un poco raro el que se muevan y se caigan. Y después tienes que esperar para que salgan los nuevos para poder hacer todo lo que acostumbrabas.
Esto lo sabemos tú y yo… pero, ¿cómo le explicas eso a un niño que no es verbal y necesita de su rutina? ¿Cómo lo haces entender que esto es normal y parte de la vida?
Eso para mí es el reto más grande para criar a un niño con una discapacidad. Son las pequeñas cosas las que toman un significado completamente diferente. Se supone que las cosas más predecibles deberían de ser fáciles, pero requiere de muchos pasos para entenderlas y procesarlas.
Y solo Dios sabe, ese niño tiene muchos dientes. Así que lo estaremos haciendo cada vez más seguido. Afortunadamente estamos listos para el siguiente episodio.
Estar en contacto con otros padres es una buena forma de compartir historias e información acerca de criar niños con discapacidades.
A pesar de las dudas de los demás, la cuidadosa atención de una madre a las señales verbales y no verbales de su hijo pone de relieve la importancia de escuchar a los niños con discapacidades y defender sus necesidades.
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