17 de Noviembre de 2022 | De: Shailen Singh
Categorías: Apoyo para la familia
En 2018 mi pareja y yo recién nos habíamos mudado. Yo tenía un trabajo que no me gustaba mucho. Y me convertí en el cuidador principal de mi hijo con discapacidad porque el trabajo de mi pareja requería que ella trabajara hasta tarde.
Sabía que podía manejarlo, pero sentía que era difícil. Me sentía cada vez más pequeño cuando me parecía que mis responsabilidades se hacían más grandes. Y más que nada, me di cuenta de que mi capacidad de ayudar a mi familia en la medida de mis posibilidades disminuía cada día.
No lo manejé bien al principio. Nunca me irrito o les hablo bruscamente a mis hijos, pero sentí que me estaba distanciando. Todo parecía como un “tengo que hacerlo” en lugar de un “quiero hacerlo”. Estuve hablando con mi pareja sobre esto y ella valientemente me dijo, “no sé qué más hacer para ayudarte. Creo que tendrías que ir a hablar con un terapeuta”.
Francamente esa idea no me había pasado por la mente. Pero me di cuenta de que quien no arriesga, no gana.
Fui a ver a un terapeuta y no funcionó muy bien. En ese momento habría sido muy fácil renunciar a la idea de la terapia. Pero de nuevo, esto se trataba de mejorar mi capacidad de apoyar a mi familia. Así que fui con otro terapeuta.
La sesión fue un festival de lamentos. Salí de ahí sin ninguna solución nueva. Pero me fui con el reto de pensar en mis responsabilidades de una manera diferente y con tarea. Eso me colocó en una posición de trabajar en lo que yo era, cómo pensaba y cómo podía sentirme más en control de mi tiempo.
Cuatro años después, sigo viendo a este terapeuta. Todavía me cuesta, pero no es nada comparado a donde estaba en ese momento.
Pero no pienses que este es un tipo de argumento egoísta sobre la forma en que conseguí ayuda. Mas bien se trataba de ser mejor para poder trabajar con las compañías de seguros, los maestros, las reuniones de admisión, revisión y alta (ARD) y con los terapeutas. Todo esto nos afecta como padres. Y no tenemos otra opción más que hacerlo y ponerle atención a todo.
La opción que tenemos, sin embargo, es cómo vamos a manejar el estrés. ¿Cómo vamos a desarrollar la capacidad de hacer lo que tengamos que hacer todos los días? Porque nuestros hijos merecen lo mejor de nosotros. Y necesitan que demos lo mejor de nosotros cuando hablemos en el comité de ARD. Porque si no damos lo mejor de nosotros, ellos no obtienen los servicios que necesitan.
Si tienes algún problema no dudes en hablar con alguien. Habla con un terapeuta. Habla con alguien de tu confianza. Tómate el tiempo de hablar con alguien que te rete a ser mejor a la vez que te aliente a ser quién eres. De la misma manera en que tomamos café y comemos para dar energía a nuestro día, debemos encontrar maneras de animar nuestro espíritu.
La terapia puede hacer maravillas. En este enlace encuentra más información sobre el poder de la terapia.
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